Acechen al Gran Hermano

Décadas atrás, un proyecto corporativo con vocación de larga permanencia en el Poder  instalaba a sangre y fuego un aparato armado de control interno; mataba toda oposición; reprimía la opinión pública adversa; sometía, por coacción o compra, a los intelectuales, y envilecía, mediante el chantaje, a las fuerzas sociales organizadas. Pero eso era demasiado violento y arriesgado. Ahora la vía hacia el absolutismo es más expedita y eficiente: simplemente invierte muchísimo dinero en comprar la oposición y dominar poco a poco el sistema de medios. (Observen a Leonel Fernández, erudito en la materia, para saber cómo se hace).

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