La Iglesia critica impunidad, desigualdad salarial y narcotráfico

El tradicional Sermón de las Siete Palabras tuvo lugar este Viernes Santo en la Catedral Primada de América, donde los sacerdotes recordaron las palabras expresadas por Jesús en la cruz del calvario, y criticaron la impunidad de las autoridades ante los casos de corrupción, la falta de oportunidades para los jóvenes, la desigualdad salarial entre funcionarios y empleados, incluidos los cuerpos castrenses, la falta de seguridad social y el auge del narcotráfico.
 
Los representantes de la Iglesia Católica también elevaron sus voces para a los dominicanos de ascendencia haitianas que exigen a la Junta Central Electoral  la entrega de sus documentos.
 
Pidieron, además,  por el respeto a la dignidad de la mujer y por  un cambio de rumbo al modelo económico en cuanto a la inversión extranjera; así como se hicieron una autocrítica al reconocer que la labor pastoral no está a tono con los problemas de la mayoría  y sus reclamos.
 
Primera palabra: “Padre perdónales porque no saben lo que hacen”
 
El padre Bienvenido Colón, de la iglesia María Auxiliadora, deploró la falta de oportunidades que sufren jóvenes y adultos en el país “privados de una vida digna”. Pidió  al Señor que dé al pueblo dominicano la capacidad para perdonar, incluso a los que delincan.
 
Segunda palabra: Hoy estarás conmigo en el paraíso
 
El padre David Soriano, de la Parroquia San José de Yamasá, pidió a Dios para que muchos funcionarios se despojen de la arrogancia y ayuden a los más necesitados. Dijo que se requiere de sacrificio y desprendimiento para ayudar a los demás, al destacar que la cruz del calvario refleja que para obtener el éxito se requiere de sacrificio.
 
Tercera palabra: Mujer ahí está tu hijo, hijo ahí está tu madre
 
El fray Frankeli Rodríguez, párroco de la iglesia San Francisco de Asís, pidió a la Virgen María que consuele a República Dominicana,  país “rico pero con corrupción e impunidad”, afirmó.
 
“Jesús dejó a María para que consuele a este país rico, pero a la vez con tanta corrupción y tanta impunidad, gobierno tras gobierno, el uno tapa al otro”, expresó.
 
Expuso también que las exigencias de la vida moderna con frecuencia alejan a los padres y crean situaciones tensas en la familia, debido a lo cual los hijos cargan en su corazón lo que han visto en su casa.
 
Se mostró en contra de la campaña que distribuye preservativos entre los estudiantes  y aseveró: “Da vergüenza como en el país hay instituciones que reciben dinero para promover la sexualidad en la escuela, dándoles preservativos, creyendo que la educación va a crecer y va a ser  mejor, cuando los profesores ganan un sueldo tan bajo, cuando la educación solo es para un grupito y la mayoría de los pobres no pueden educarse”.
 
Añadió a continuación: “María sufre al ver tantos hijos suyos que padecen la desigualdad. María sufre cuando ve a los policías y militares subalternos ganando un injusto sueldo de 4 mil pesos, pasando hambre, vergüenza y tantas calamidades, mientras un grupito de estas mismas instituciones  viven placenteramente disfrutando a lo gourmet en hoteles costosos y comiendo en buenos restaurantes.
 
“María siempre está velando por este pueblo maltratado y sufrido por ministros y funcionarios corruptos que han saqueado este país. Donde un grupo de ministros llegan a esta administración creyendo que estas instituciones son de ellos o una  herencia familiar. Cuando llegan a las oficinas con más seguridad que un presidente, haciendo lo que ellos quieran con el presupuesto y nombrando familiares”.
 
Cuarta palabra: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”
 
El padre Mario de la Cruz Campusano criticó los bajos salarios que hay en el país, donde el mínimo ronda los siete mil y nueve mil pesos cuando la canasta familiar está por encima de los 35 mil pesos.
 
También se quejó de falta de seguridad social que tienen muchas familias, al indicar que la República Dominicana es uno de los países del mundo con mayor desigualdad. Mencionó los funcionarios que ganan hasta cien veces más que  los empleados y no se castiga la corrupción administrativa.
 
Inmediatamente criticó a las empresas extranjeras “que están llevándose la riqueza”.
 
La quinta palabra: “Tengo sed”
 
El padre Gregorio Santana Ortiz, de  Villa Mella, apuntó que este pueblo se hunde en el desorden por la sed justicia; que hay desigualdad en todas las esferas donde los partidos están centrados en sus intereses particulares.
 
Se refirió al hecho de que la Junta Central Electoral no les entrega sus documentos a unos 20 mil dominicanos de ascendencia haitiana que por esta razón  “ven tronchado su futuro  y si eso no es injusticia, ¿cómo se le puede llamar?”.
 
En este sentido, admitió la “dejadez” de la iglesia ante los problemas nacionales, donde los sacerdotes no están a la altura de lo que reclama el pueblo.
 
“Nosotros como iglesia no escapamos a esta dejadez en mayúsculas. Hay todo un pueblo sediento de Dios, que busca en nuestra iglesia una palabra de aliento, un espacio de esperanza y una fuerza vital que nos comprometa en la vida. Tenemos que admitir que los sacerdotes no estamos a la altura de lo que este pueblo reclama de nosotros: presencia, trabajo cercanía, apoyo, más iniciativas y liderazgo”.
 
Subrayó que pareciera que los sacerdotes se han encumbrados o han seguido la lógica de los pequeños burgueses, cuando lo  fundamental es estar al lado de la gente y su lucha.
 
Sexta palabra: “Todo se ha consumado”
 
El presbítero Eduardo Carrión, de la parroquia Nuestra Señora de la Altagracia, de los Alcarrizos, pidió a Dios para que en el país se respeten las leyes, especialmente el artículo 30 de la Constitución Dominicana, el cual prohíbe el aborto.
 
Detalló que, lamentablemente, muchas madres, profesionales de la medicina y centros de salud “siguen practicando el crimen abominable del aborto a pesar de estar penado por la Ley. Que el Señor mueva esos corazones para que se detenga esta mala práctica”.
 
Observó que la prueba de que Dios ama a los humanos es que Cristo, aún siendo pecadores, murió por ellos y que  gracias a  la muerte y resurrección del hijo de Dios,  hoy los humanos pueden amarse unos a los otros.
 
Carrión oró a la Virgen María, a fin de que interceda para que al final de la jornada diaria, al terminar una encomienda y finalmente al dejar este mundo e ir a la casa del Padre: “Podamos exclamar que todo se ha cumplido con la ayuda de Dios; con mis promesas bautismales; he sido fiel al compromiso matrimonial; a mis deberes como sacerdote, como consagrado; a mi misión como padre de familia o en cualquier trabajo u oficio dentro de la sociedad, y que a nuestras palabras, tal como hace Dios, siempre les demos cumplimiento”.
 
Séptima palabra: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”
 
El padre Daniel  Vidal González, asistente del provincial de los Jesuitas en el país, reclamó al Gobierno tener voluntad, compromiso, decisión y  vocación para construir un país diferente, respetuoso de las normas y leyes, y que cierre las brechas en materia de empleo, salud, educación y seguridad social.
 
También hablo de la necesidad de que se regularice la presencia haitiana en República Dominicana, respetando los derechos humanos. “Según el informe de la Oficina de Desarrollo del PNUD, seguimos viviendo en una sociedad donde el poder económico, social e institucional está muy inequitativamente distribuido. Los organismos de representación en el tema político se han distorsionado, cada vez hay menos lealtad a la ciudadanía. Lo peor es que nuestra sociedad se ha vuelto más excluyente, y están las riquezas cada vez más mal distribuidas”, puntualizó.
 
Vidal González  profundizó en la expresión de que la desigualdad afecta a las  instituciones del país y debilita el Estado de derecho, convirtiéndose el desarrollo humano en una cuestión de poder, y no de derecho, como debe ser.
 
“Debemos como iglesia proponer un camino de esperanza para que nuestras vidas, al igual que la de Cristo, estén en las manos del Padre. Si queremos que nuestro país esté en las manos de Dios hace falta erradicar la pobreza de nuestro pueblo dominicano: Los pobres, que son la mayoría, representan la expresión más clara de nuestro pecado”, concluyó.

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