Bolivianos vuelven a sepultar a Cristo en el Viernes Santo

La Paz.- Los bolivianos volvieron  a conducir la centenaria imagen de un Cristo muerto por las calles de La Paz, en una multitudinaria peregrinación del Viernes Santo que paralizó literalmente el centro de la ciudad.
 
La tradicional procesión del Santo Sepulcro, una de las manifestaciones culturales y religiosas más llamativas del país, congregó a cientos de miles de personas que atestaron las calles, aceras y balcones para ver los distintas hermandades religiosas portando imágenes vinculadas a los relatos bíblicos de la Pasión.
 
Los cargadores de las figuras, con la cara cubierta por capirotes, vestían hábitos de distintos colores, casi todos oscuros o rojos, semejantes a los verdugos de las leyendas medievales.
 
Ante su paso, los niños se recogían en el regazo de sus padres, por el impresionante, casi tétrico, compás de la marcha, considerada Patrimonio Cultural Inmaterial del Departamento de La Paz.
 
Muchos capitalinos siguieron la marcha acompañados por mascotas, como perros y gatos, que debieron recorrer también las principales calles de la ciudad desde la céntrica iglesia de La Merced.
 
El núcleo de la peregrinación lo ocupó una imagen de Cristo muerto dentro de un sepulcro de cristal, labrada en madera de maguey y traída a Bolivia por los españoles en 1547.
 
«Se conserva desde entonces en el mismo paño en el que llegó. Solo existen tres de este tipo en el mundo, una en España, otro en Perú y este», comentó a Prensa Latina el encargado del cuidado de la imagen, Rudy Aponte.
Otra de las tradiciones de este viernes fue la peregrinación a pie, desde la madrugada, de los 158 kilómetros entre esta capital y el santuario de Copacabana.
 
Aunque las marchas al templo cercano al lago Titicaca comenzaron desde inicio de semana, llegaron a su mayor auge durante este día, de estricto recogimiento en el país suramericano.
 
Un bloqueo de carretera en esa región, en demanda de la construcción de un puente, no impidió a los devotos llegar hasta el lugar, donde se encuentra la famosa imagen de la Virgen María tallada en madera por un nativo en 1583.
La Policía desplazó 800 agentes hacia las carreteras del lugar, mientas la Cruz Roja acudió con 25 ambulancias y personal de salud.
 
Desde las cuatro de la madrugada, pese al frío de tres grados Celsius, decenas de bolivianos participaron en los tradicionales Vía Crucis que recorrieron esta capital hasta una montaña conocida como el Calvario.    La víspera, centenares de personas desafiaron también la fría noche de La Paz para realizar las peregrinaciones del Jueves Santo, una celebración en la que las familias, sin rumbo fijo, creyentes o no, marchan por el centro de la ciudad, de una iglesia a otra.
 
Según constató Prensa Latina, autoridades locales debieron cerrar vías y realizar controles especiales del tráfico ante el paso desordenado de la multitud, una escena atípica en una ciudad donde, en las noches, las calles están generalmente desiertas por las bajas temperaturas.
 
Cinco grados marcaban los termómetros de esta capital, con una sensación térmica aún más baja, lo que no fue obstáculo para que las afueras de las iglesias se convirtieran en auténticas quincallas donde se vendían desde frituras hasta vida y obra de santos.
 
La tradición local manda, y la gente lo cumple al pie de la letra, que este día los bolivianos visiten al menos siete templos católicos, aunque el número varía, y en dependencia de la religiosidad o la disposición a caminar, puede montarse en 12 o en 14.
 
Números que se repiten también en la cantidad de platos típicos, casi todos a base de vegetales y en total ausencia de carnes rojas, porque estas fiestas convocan también reformas del paladar y de las artes culinarias.
 
Otra de las tradiciones frecuentes el Viernes Santo es la «caza de judíos», en la que los niños salen por cientos a acosar lagartijas en cuanto árbol, esquina, plaza o parque aparezca en su camino.
 
El fin de los animales es previsible, y por eso, desde hace unos años, grupos ecologistas y autoridades locales abogaron por la prohibición de esa práctica.
 
También vedada por la ley está la costumbre del robo de frutas, frecuente en las afueras de esta capital, principalmente en Viernes Santo, cuando existe la creencia de que, al estar Cristo muerto, no podrá ver a los pillos haciendo de las suyas.

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