La conocí al caer una tarde de Julio, la ocasión era un nuevo aniversario de la muerte del patricio, el día 13 de ese mismo mes de 1991. El escritor, poeta, historiador y diplomático don Virgilio Hopelman nos presentó al concluir una de las charlas que ofrecía en fechas patrias a estudiantes e invitados que se daban cita en la entonces Biblioteca República Dominicana.
Ella estuvo allí llevada por él. Cuando nos presentó dijo tantas cosas de ambas que hoy no vienen a colación, sólo sé que surgió entre nosotras una amistad que ha perdurado con los años. Una vez más, don Virgilio mostró su elegancia y cortesía que siempre le adornaron al pronunciar palabras de satisfacción por el momento.
“Yo soy Leonor Ayala González- Duarte, soy sobrina tataranieta del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte y Díez, ´mi tatarabuelo fue Vicente Celestino Duarte, su hermano mayor”, le respondí: ¡Es un honor para mí conocer a una Duarte, descendiente del patricio!. Observé su sonrisa de satisfacción y orgullo.
Luego comenzó a conversar, quiso tratar tantos temas a la vez que en el momento no entendí nada de lo que me decía, y desde entonces ha seguido igual. Me dijo que aunque nació en Venezuela y se crió en Barcelona donde vive desde los 9 años, se siente más dominicana como el que más.
En los largos minutos de conversación que se convirtieron en horas me contó que aunque había venido al país con anterioridad, fue en el 1976 una fecha memorable en el Centenario de la muerte del fundador de la nacionalidad dominicana. “Fui invitada por el presidente Joaquín Balaguer”, resaltó, “ese día fue algo especial”. Agregó que desde entonces visita el país con regularidad, cada dos o tres años.
Don Virgilio se marchó y Leonor me presentó a su prima Germania Duarte, quien la acompañaba junto a su inseparable amiga Mildred Infante. Nos quedamos hasta tarde en el lugar, luego nos despedimos para continuar la conversación al otro día.
Esa tarde se repite en mi memoria, conservamos nuestra amistad y cada vez que viene al país se hospeda en casa de Mildred y allí nos reunimos. En una ocasión Mildred debió ausentarse y me pidió la recibiera por dos o tres día en mi hogar a lo que accedí con agrado.
Leonor es impetuosa, conversadora, jovial y elocuente. A pesar de los años mantiene un espíritu dinámico. Aún conserva rastros de haber sido una mujer hermosa y elegante.
Sobre todo ha sido una investigadora causal de la vida del patricio y de sus familiares. Porta valiosísima documentación sobre los años de permanencia del patricio en Europa cuando fue enviado a estudiar allí por sus padres. Algunos manuscritos de sus investigaciones me los ha obsequiado, y los he depositado en manos donde puedan estar mas seguros.
Tras el acto donde puso a circular su libro me presentó numerosos primos que llegaron desde la ciudad de San Francisco de Macorís para la ocasión, pude observar entre ellos, el inmenso parecido de algunos con las fotografías que conocemos sobre el patricio.
Días después de la puesta en circulación del libro, recibí una llamada de Mildred: “Plántida, Leonor quiere ir a tu casa mañana, quiere ir a compartir con tus hijos, la llevará un amigo nuestro”, le repetí nuevamente a Mildred que no había problemas, mi casa siempre, siempre está abierta para dar la bienvenida a todos mis amigos y más especialmente a una descendiente de Juan Pablo Duarte.
Ese día estuve atenta a su llegada desde tempranas horas de la mañana, pero no fue sino hasta cerca del mediodía que recibí su visita. Almorzamos junto a mis hijos y compartimos luego muchas más anécdotas. Nos fotografiamos junto a los muchachos.
Su visita fue una vez más para mí de un alto honor, no sé si ella lo sabe, pero cuánto me gustaría se repitiese por la eternidad, porque sus temas son afines a los míos, nos identificamos grandemente con esa parte de la historia nacional que nos une y nos enaltece. Ahora comprendo el por qué la cara de satisfacción de don Virgilio, ¡lástima que no esté con nosotros en los actos del Bicentenario de Duarte!.
Recuerdo que en una ocasión vino al país junto a su madre que para entonces tendría más de 80 años. La conocí y compartí momentos imborrables con ella.
Leonor me dijo que debió traerla con ella porque no tenía con quién dejarla en Barcelona, “y por eso la traje, es que era urgente que tenía que venir a resolver algunas cosas pendientes”, me respondió.
En este 2013 Leonor ha sido invitada nuevamente de forma oficial para la celebración de los actos de Bicentenario del Nacimiento del patricio, días antes del pasado 26 de Enero, fecha de la conmemoración, fue recibida con mucha atención, militares la acompañaban a todos los lugares que era invitada y que quería ir. Tenía un vehículo a disposición, muchos homenajes, muchas fotografías y el momento pasó.
Nuevamente Leonor está en casa de Mildred Infante, sin autos, sin militares a su servicio. Pero está, aún está y siempre estará como es, como la conocí y como ha sido siempre, una mujer de profundos valores morales y espirituales, y sobre todo, de un inmenso amor a la República Dominicana y a los dominicanos.