Los muchos de los dominicanos de nuestra generación siempre que veíamos películas del oeste salvaje- “Wild West” de los Estados Unidos de América por los finales de la década de los 50 y 60, observábamos que siempre que el protagonista-indefectiblemente por lo general blanco, rubio y de ojos azules, anglosajón- se enfrentaba a un bandido, este era de facciones latinas y con bigote o barbas sucias, siempre andrajoso y por demás mexicano, entonces su bárbaro favorito.
Y ese prejuicio nos marcó como espectadores para casi toda la vida. Luego vinieron las series televisas de guerras, “Comandos, Combate, la Guerra del Desierto” y otras tantas en que entonces los bandidos eran tipos hoscos, sucios o muy atildados en el vestir, bruscos al hablar y tajantes al mandar era blancos y definitivamente alemanes o en su defecto, japoneses. Nada, que la industria del cine norteamericano creó sus personajes respondiendo por supuesto a la ideología que lo sustentaba en ese entonces.
No obstante, la realidad se ido encargando de borrar de nuestra memoria y el inconsciente ese tipo de prejuicios y estereotipos que nos inculcaron desde las pantallas del televisor y el cine.
Escribo todo este preámbulo, porque siendo yo un niño de ocho años más o menos estalla la guerra de abril de 1965 y en esa contienda patriótica surgieron figuras hoy históricas de nuestra patria, que de solo recordarlas se nos paran los pelos de punta.
Y no sé porque cuando escucho, leo y veo sobre algunos de nuestros héroes como Francisco Alberto Caamaño Deño con bigote y calvo, Germán Aristy, frágil y con lentes recetados, Eberto Lalane con una barba hirsuta y mutilado y Amín Abel delgado y con lentes que le daban un apariencia de seminarista, fueron esos prototipos que sin participar en series de televisión o cine contribuyeron en mi interior a desmantelar esos estereotipos que sembraron en nuestro inconscientes los norteamericanos.
Y digo más. Ellos junto al profesor Juan Bosch esa figura señera y sin igual de nuestra historia- sobre todo el que escribió De Cristóbal Colon a Fidel Castro, El Caribe Frontera Imperial- me digo a mi mismo-aunque parezca tonto tal vez, que no todo está perdido para el futuro que todos soñaron para un país como el nuestro.
Tengo un palpito y una callada esperanza de que en algún lugar de nuestro terruño, en alguna de las callejuelas de nuestros inseguros barrios de hoy, o esos caminos reales que aún quedan, se estén cocinando mas “Boschs, Caamaños, o Aristys o Amines” para mencionar algunos, que serán los responsables de hacer realidad más temprano que nunca el sueño de estos patriotas de una nación libre, soberana y prospera, pese a todo el poder y la furia de todos los imperios del mundo.
Y ese día será el más grande homenaje que podamos brindarles a estos héroes de la patria.
A Caamaño a 40 años de su heroica partida.