Las híperrestricciones a las que están siendo sometidos los periodistas que cubren la fuente noticiosa del Palacio Nacional, desde el inicio del gobierno de Danilo Medina Sánchez, ha hecho recordar los peores tiempos que vivió la prensa dominicana, cuando no existía, o se prohibía, el libre ejercicio periodístico en la Casa de Gobierno.
En uno de sus primeros decretos -el 501-12-, Medina nombró a Roberto Rodríguez Marchena como director general de la Dirección General de Comunicaciones (Dicom), y a Rafael Ovalles como subdirector del organismo, quienes nunca han podido ponerse de acuerdo en delimitar sus funciones, situación que entorpece más la labor de los comunicadores que convergen en el lugar.
Al asumir el cargo, Rodríguez Marchena afirmó que el Presidente Medina tenía la voluntad de elevar los niveles de unificación y trabajo en conjunto, para obtener mayores logros en el sistema de comunicación gubernamental de la República Dominicana; sin embargo, los y las periodistas en ningún momento han sentido esa intención.
Además de no informárseles sobre la agenda de actividades del mandatario, la vocería de la Presidencia está prohibiendo a los comunicadores la acostumbrada práctica de abordar en cualquier aérea del Palacio a los funcionarios sobre los temas de interés nacional.
De acuerdo con el plan estratégico de Rodríguez Marchena y Rafael Ovalles, en lo adelante, los periodistas estarán obligados a permanecer en el departamento de prensa, un cuartucho ubicado en el primer piso del Palacio, cerca de los conserjes y guardias, una especie de “muro de la vergüenza”, aislados de cualquier movimiento de personas que acuden en procura de ver al mandatario, o ministros de su gabinete.
La situación se empeora luego del trabajo publicado este martes por el periódico El Día, con la firma de la periodista Dominga Ramírez García, titulado: “En Palacio limitan labor periodistas”, en la que narra todos los obstáculos que colocan a quienes acuden diariamente en busca de informaciones, a los cuales se les ha impedido abordar, sin previa notificación, a los funcionarios sobre alguna problemática nacional.
La situación se puso más agreste, cuando en una llamada a un programa radial, Rodríguez Marchena declaró que los periodistas usan el Palacio Nacional como punto de encuentro: “Yo les explicaba que el Palacio es un lugar de trabajo”.
La twittera
Como si todo eso fuera poco, apenas a unos minutos de las declaraciones de Rodríguez Marchena, la empleada de prensa del Palacio Nacional, Mabel Lemoniel, publicó en su cuenta de twitter: lo siguiente: ”Venga, que veo un gran show porque no dejan a los periodistas estar en los pasillos del Palacio en espera de ´lo que sea´ que quieran…Tu ves que mientras se desarrolla la rueda de prensa ellos están hablando de Coelho y novios que las botan por otra que consiguen en FB…Que arman desórdenes tan grandes que se caen y tumban gente, incluso… pero mejor no sigo… ¡son intocables! :)”.
Ese comportamiento irrespetuoso y arrogante de quienes manejan el departamento de prensa y comunicación del Palacio Presidencial no es sólo del actual Gobierno que encabeza Danilo Medina, sino una situación similar a la que ocurría en la pasada administración de Leonel Fernández (a propósito, del mismo partido), reseñado en el trabajo “La prensa y el Palacio durante el régimen de Trujillo y 50 años después”, del periodista palaciego Adalberto de la Rosa (periódico Hoy 31/7/2011).
El veterano comunicador hace un recuento de la situación de reprimendas que vivían los periodistas que cubrían el Palacio Nacional con las hostilidades que actualmente, en los gobiernos “democráticos”, atraviesan los comunicadores que acuden por información a la casa de Gobierno.
“Los periodistas tenían prohibido entrevistar ´al jefe´ por propia iniciativa. Sólo se podían acercar a él cuando los mandaba a llamar y permitía escasas entrevistas para hablar de los temas de su interés, con la agravante de que los comunicadores prácticamente tomaban un dictado. Cincuenta años después, los periodistas tienen libertad de entrevistar al Presidente, pero como ayer, dependerá de la voluntad y buen ánimo del mandatario.
“Hoy como ayer, los periodistas que cubren el Palacio Nacional hacen su trabajo, en ocasiones, en condiciones inapropiadas debido a que para cubrir algunos actos oficiales se les encierra en ´corrales´ como chivos, donde apenas se pueden mover, con la amenaza de cuatro y más militares o policías apostados en los costados del espacio para no dejarlos salir.”
Los estrategas de guerra dicen que no hay peor situación que combatir los enemigos encubiertos (igual que los gobiernos que profesan ser demócratas con dictaduras solapadas).
