El Duartiano es puro, valiente y digno
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¿Dónde están los motivos que inclinan al honor y decencia del hombre humilde, amar la honradez, justicia y el respeto a la Constitución? Los hechos impiden pensar que el gobierno es un edicto de Dios basado en las leyes naturales y el gobierno según los hombres es lo que más hay que cuidarse en una república llamada democrática, pues origina la tiranía.
Para poder cumplir las promesas, es necesario que el yo interior, la conciencia, esté en armonía con la del pueblo, y que los intereses de uno y de otro estén ligado, que los dos puedan lograr, abrazar a estar juntos, esta unión de sentimientos, de instinto y de voluntad crea el poder del que se vence así en el amor para servir a los demás.
Una de las primarias necesidades de un gobierno es estar bien enterado, comprender bien el estado del país que va a gobernar y saber donde están los elementos de fuerza sobre los que puede apoyarse. Principalmente la influencia moral.
Aquí en este terruño de compadres, grupos absorbentes y del dominio de riquezas raras, que controlan con hilos ocultos del poder, es difícil desembarazarse enteramente del pasado, las generaciones, lo mismo que los problemas, están controlados por sus antecesores, lo vivido en la infancia nos conduce a obedecerlo sin darnos cuenta, las impresiones que recibimos en nuestros primeros soles y a las pruebas e influencias a que nos vimos sometidos. La vida de un pueblo está regida por las mismas leyes generales.
En el pasado observamos de cerca lo que es una dictadura. Hoy hay una fuerza que reclama cambios en la forma de gobernar. El clamor es más que justo, necesidad general por una honesta administración pública y una justicia con los ojos cerrados, que no sea la comadre cariñosa del más fuerte en lo económico y en lo político. ¿Cuál es la dificultad? Lo esencial es no aceptar las falsas ideas, de la moral hipócrita encubridora del amor al dinero primero que la gente. Con energía encausar un plan sano poniéndose él mismo, con firmeza, a la cabeza, visible, que el pueblo lo palpe. Y en lugar de guiar al gobierno deja que un grupo absolvente le conduzcan, apresura su propia destrucción y compromete a la sociedad en lugar de protegerla.
Ser el representante de las buenas ideas, llevarlas a la rápida acción con la influencia de la directiva y ejecución moral, eliminar la impunidad. La vigencia de ideas y acciones sanas ejecutadas, son el arma más poderosa contra la degradación de la sociedad.
Solté el bolígrafo en la pausa de meditabundo. Aparece este recuerdo del año 1944, en la Biblioteca Municipal de nuestro Macorís del río Higuamo y cangrejos. Leyendo a Aristóteles en su enseñanza Peripatética en el parque donde está el templo a Apolo el Liceal, Atenas, rodeado de sus discípulos concluye la disertación: ¡Mala cosa es que los cargos públicos más importantes puedan ser comprados! La ley que permite este abuso da más importancia a un político rico que a un noble y entonces todo el Estado se vuelve avaricioso. Porqué cuando los jefes de Estados consideran que todo es honorable, seguro los ciudadanos siguen su ejemplo y donde la capacidad no ocupa el primer lugar, no hay verdadera aristocracia de mente y de espíritu.
Nuestros invitados de hoy, Gandhi: Quién no trabaja y, sin embargo, come, es un ladrón.
Que gran error es exigir pureza a los demás cuándo nosotros somos impuros.
Confucio: En un Estado debidamente organizado, el progreso no se mide por la riqueza. Solo la pureza del pueblo y de su gobernante constituye la verdadera riqueza de la nación.
El autor es vicealmirante retirado de la Marina de Guerra.