Pensamientos de Duarte y Martí

Con motivo de los aniversarios de estos dos grandes hombres: Juan Pablo Duarte (200 años) y José Martí (160 años), DominicanosHoy ha compilado algunos de sus pensamientos, que no son más que reflexiones resumidas de ideas que trascienden a épocas y tiempos.

Honrándoles con sus propias palabras iniciamos estas líneas con el patricio Juan Pablo Duarte, libertador dominicano. Nació en Santo Domingo, La Española, 26 de enero de 1813 y falleció en Caracas, Venezuela, 1876.
Nuestra Patria ha de ser libre e independiente de toda Potencia extranjera o se hunde la isla.

Por la Cruz, por la Patria y su gloria denodados al campo marchemos: si nos niega el laurel la victoria, del martirio la palma alcancemos.

Los enemigos de la Patria, por consiguiente nuestros, están todos muy acordes en estas ideas; destruir la nacionalidad aunque para ello sea preciso aniquilar a la Nación entera.

Vivir sin Patria, es lo mismo que vivir sin Honor.

Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos.

Hay palabras que por las ideas que revelan llaman nuestra atención y atraen nuestras simpatías hacia los seres que las pronuncian.

La peor prisión es un corazón cerrado.

La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida.

José Martí. Político y escritor cubano. Nació en La Habana, 28 de enero de 1853 y cayó en combate en Dos Ríos, Cuba, 1895.

Los derechos se toman, no se piden; se arrancan, no se mendigan.

Hay un solo niño bello en el mundo y cada madre lo tiene.

La única fuerza y la única verdad que hay en esta vida es el amor. El patriotismo no es más que amor, la amistad no es más que amor.

La libertad no puede ser fecunda para los pueblos que tienen la frente manchada de sangre.

Vale más un minuto de pie que una vida de rodillas.

Ayudar al que lo necesita no sólo es parte del deber, sino de la felicidad.

El que tiene un derecho no obtiene el de violar el ajeno para mantener el suyo.

Para ir delante de los demás, se necesita ver más que ellos.

El único autógrafo digno de un hombre es el que deja escrito con sus obras.

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