El Gobierno y el poder de la austeridad

La junta municipal de La Caleta hizo entrega el lunes del sueldo número 13, por un monto de un millón cuatrocientos mil pesos, a beneficio de 234 empleados que laboran en dicho cabildo.

Según una reseña del portal digital Diario Libre, la entrega de la regalía se llevó a cabo en un acto encabezado por el alcalde de La Caleta, Jesús Mercedes, quien explicó que no tuvieron que recurrir al préstamo solicitado por el gobierno y aprobado por las cámaras de Senado y de los Diputados.

¿Cómo lo hicieron realidad en medio del llanto y el crujir de dientes fiscal que se asoma en la cuesta de enero? Mercedes explico que no querían hacer el préstamo al Banco de Reservas para el pago del sueldo 13 y que para ello lo que hicieron fue implementar un plan de austeridad que le permitió ahorrar durante todo el año con mira al pago del sueldo navideño.

¿Cómo es posible que un municipio tan pobre haya podido dar el buen ejemplo y haya cumplido sus compromisos, en medio de tantos escándalos por el uso desmedido de los fondos públicos en diversas instituciones centralizadas del estado? ¿Y sobre todo, cumplir con sus empleados?

La palabra clave es austeridad, una de las grandes virtudes del ser humano. El DRAE la define como la Cualidad de austero, y a este como Severo, rigurosamente ajustado a las normas de la moral. Y también como Sobrio, morigerado, sencillo, sin ninguna clase de alardes, entre otras acepciones poco usuales en nuestro país.

La austeridad, por otra parte, no sólo es virtud de las personas, sino también de los grupos humanos e instituciones. Podemos llamar austeros a determinados individuos, pero también, por ejemplo, a una empresa y demás entes privados, un banco, una doctrina religiosa, una agrupación de cualquier tipo, y sobre todo al Gobierno de una nación que no haya sido devorada por la corrupción y el despilfarro como lo es el estado dominicano.

La austeridad es esencial en la figura de lo que en el Derecho Romano llamaban buen padre de familia, uno de los pivotes fundamentales de la sociedad y de las instituciones jurídicas y sociales aun en los tiempos actuales. Pero también es la virtud de oro, con valor definitorio, de un buen gobierno.

En el gobierno la austeridad se manifiesta en la actitud prudente y equilibrada de los gobernantes, en la limpieza, la claridad y el sobrio uso del lenguaje, en el acatamiento irrestricto a las leyes, en el mutuo respeto y cooperación entre los organismos y poderes del Estado, y sobre todo en el manejo con absoluta pulcritud de los dineros públicos, que no sólo deberán administrarse con honradez y sin ningún género de despilfarro, sino también con eficaz aplicación al bienestar y progreso de la sociedad a que se sirve.
Pero no debe confundirse austeridad con pichirres y tacañería. El dinero que poseen las personas no es para atesorarlo con alma de usurero, sino para usarlo, siempre con prudencia y buen tino, sin alardes ni exageraciones, en beneficio de quien lo posee, de su familia, y de ser posible en el de la sociedad en la cual se vive.

En el ámbito de las instituciones, oficiales y privadas, debería regir el mismo principio. En la administración pública, particularmente. Si es un grave delito apoderarse el gobernante, como frecuentemente ocurre, de los dineros públicos, o despilfarrarlos, igualmente lo es mantener en reserva los recursos sin emplearlos en lo que se deben emplear, sin descuidar, por supuesto, el ahorro que deba practicarse en previsión del futuro.

Sería de muy buen ejemplo que muchas instituciones públicas dominicanas tomaran como ejemplo el caso de La Caleta para administrar sus fondos públicos. Sería una manera responsable de utilizar el dinero de los contribuyentes, sin dejar como herencia déficit fiscales que contribuyen al aumento de la delincuencia, la pobreza y la voracidad fiscal de políticos gangsteriles.

Compartir esta publicación:

WhatsApp
Facebook
X
LinkedIn
Pinterest

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *