Poco cambio en crisis política egipcia tras alocución presidencial

El Cairo.- Tras una larga noche de disturbios intermitentes, durante la cual manifestantes incendiaron una sede de la Hermandad Musulmana (HM, islamistas), Egipto amaneció en la misma crisis política que la envuelve hace dos semanas.

Acorde con reportes seguros, una oficina de la HM fue incendiada en el distrito de clase media alta de Maadi, donde varias embajadas tienen sus legaciones.

La alocución anoche del presidente Mohamed Morsi, en la cual mezcló llamados al diálogo y la reafirmación de su autoridad, tuvo poco, si algún, impacto en el choque con partidos opositores que demandan la renuncia a los poderes excepcionales que asumió el pasado 21 de noviembre y la suspensión del referendo constitucional de la semana próxima.

Según estadísticas mencionadas por el mandatario, seis personas han muerto, en su mayoría jóvenes, y más de 700 se registraron heridas durante las protestas de las últimas dos semanas, provocadas por elementos pagados por personeros del régimen del derrocado expresidente Hosni Mubarak.

En el curso del hoy se espera la respuesta de los miembros del recién creado Frente de Salvación Nacional (FSN) a la convocatoria general al diálogo mañana al mediodía en el Palacio Presidencial, presentada por Morsi en su discurso de media hora, aunque existen pocas expectativas de que sea favorable.

Las demandas mínimas del FSN, encabezado por los

excandidatos presidenciales Mohamed al Baradei y Amr Musa, son la devolución de las facultades omnímodas y la suspensión del proyecto constitucional, completado una semana atrás y aprobado horas después por Morsi.

Ni siquiera la disposición expresada por el presidente de suspender el polémico artículo 6 de su Declaración Constitucional, parece ahora suficiente para calmar los ánimos de sus detractores, algunos de los cuales afirman que Morsi «ha perdido legitimidad».

El punto en cuestión autoriza al presidente a «adoptar las medidas que estime necesarias para proteger las metas de la revolución», una redacción que al entender de los opositores le deja demasiado margen de maniobra para tomar decisiones de corte dictatorial.

Ese panorama está ensombrecido por la huelga de magistrados de la Alta Corte Constitucional y de otras instancias judiciales que rehúsan certificar los resultados del planeado referendo constitucional.

El Gobierno cuenta con alternativas, ya que un grupo de jueces no acatan el paro y están dispuestos a legalizar la consulta.

Sin embargo, esa es una faceta periférica del conflicto: el aspecto sustantivo radica en la polarización en la sociedad egipcia, en la cual los sectores laicos tienen una influencia que dimana de su cultura y medios económicos, y mantienen su negativa a aceptar la hegemonía de la HM, cuyos seguidores son mayoritarios.

Ello explica la exigencia de las agrupaciones seculares en el sentido de que la Constitución debe emerger de consenso, más que de votación.

Tal postura colisiona con el precepto que mantiene el presidente Morsi.

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