Beirut.- El gobierno libanés ordenó una encuesta sobre las causas del estallido de combates entre sectas islámicas rivales en la ciudad norteña de Trípoli, donde hoy una tensa calma es interrumpida por esporádicos combates.
Hombres armados de las sectas islámicas sunita y alawita prosiguen los choques aislados en la calle Damasco, que sirve de frontera imaginaria entre las localidades de Jabal el Mohsen y Bab el Tabbaneh, donde se escuchan estampidos de fusilería y granadas autopropulsadas.
Estadísticas oficiales dijeron hoy que 12 personas han muerto y 75 resultaron heridas en los combates, similares a los que envolvieron a miembros de ambas comunidades en septiembre pasado durante casi dos semanas.
Esta vez el detonante de los choques fue la noticia de la muerte de varios residentes en Trípoli, sorprendidos y ultimados días atrás cuando pasaron la frontera con Siria para incorporarse a los grupos irregulares armados de diversas nacionales que tratan de derrocar por la fuerza al gobierno del presidente sirio, Bachar Al Assad.
Siria y El Líbano tienen lazos históricos y políticos, y era solo cuestión de tiempo que el conflicto en el primero se desbordara al territorio de su pequeño vecino del suroeste, como advirtiera en varias ocasiones el enviado especial para el conflicto sirio, Lajdar Brahimi.
La situación se complicó a mediados de semana tras la difusión de una entrevista, en la cual un diputado sunita libanés, Okab Sakr, admitiera que ha participado en el envío de armas a los grupos armados sirios.
Esta mañana patrullas del Ejército libanés continúan tratando de separar a los beligerantes, una misión interrumpida por la acción de francotiradores que permanecen en sus posiciones, la volatilidad de la situación y, sobre todo, la proximidad del territorio sirio.
