Cuatro años después de la última visita de Red Bull a tierras argentinas, 50.000 personas se congregaron ayer en la Avenida del Libertador según la marca de bebidas energéticas para presenciar la exhibición que Daniel Ricciardo protagonizó al volante de un RB7, monoplaza con el que la formación de Milton Keynes se proclamó ganó ambos Mundiales en 2011.
Ricciardo se encargó de exprimir al máximo su potencial en un trazado de 700 metros de longitud, donde el australiano realizó múltiples trompos y acelerones que hicieron las delicias de los apasionados del motor que no quisieron faltar a la cita.
«Argentina tiene un público fascinante, que contagia por su fanatismo y su entusiasmo por la Fórmula 1. Y particularmente este país tiene muchas similitudes a mi Australia natal. Fue un placer haber compartido la pasión con tantos miles de simpatizantes a bordo de un Red Bull», comentó el piloto de Toro Rosso.
Antes de que empezasen a rugir los motores, el público se sorprendió y se emocionó cuando el motor Renault del RB7 entonó el Himno Nacional Argentino, que con diferentes aceleraciones respetó y ejecutó la Canción patriótica.
