Una adolescente yace sobre una camilla en la morgue de Gaza y varias personas, que traen más víctimas, gritan: “¿Acaso ellos disparan cohetes?”. Para los palestinos, los niños muertos en los bombardeos israelíes demuestran la futilidad de una operación que supuestamente está dirigida contra los grupos armados.
Al menos 18 menores han perdido la vida desde el inicio, la semana pasada, de los bombardeos aéreos selectivos israelíes en la Franja de Gaza.
Entre ellos, Tasnim al-Nahal, de 13 años, que fue fulminada por una bomba cuando jugaba en el campo de refugiados, en el norte del enclave.
Otros cuatro niños de una familia murieron por una bomba que destruyó su casa. En los funerales, los cadáveres de los menores estaban envueltos en la bandera palestina que solo dejaba la cara al descubierto. Otros cientos sufren traumatismos, dicen los psicólogos.
Ayer había expectativa en la zona de conflicto. Israel y las milicias de Gaza anunciaron una tregua, mediada por Egipto, que tenía previsto entrar en vigor anoche.
No quedó claro si los esfuerzos diplomáticos podrán lograr un alto el fuego y prevenir una posible invasión terrestre israelí en la Franja de Gaza.
Hamás negó que ya haya un acuerdo para una tregua y señaló que es posible que este no pueda alcanzarse.
Decenas de miles de soldados israelíes fueron enviados a la zona de conflicto, en caso de que reciban la orden de invadir, en tanto que cazas de Israel arrojaron panfletos en vecindarios de Gaza en los que exhortaban evacuar de inmediato.
Washington ordenó movilizar tres de sus barcos de guerra en el Mediterráneo y acercarse a Israel por si es necesario evacuar a sus ciudadanos.
Los ataques elevaron a 130 el número de palestinos muertos, la mayoría civiles. Entre ellos tres periodistas.