Diez señales de que es hora de dejar de conducir

Admitir que se han perdido facultades es difícil. Implica renunciar a libertades y hábitos, pero de sabios es admitir que ya no se ven bien las calles en la noche, o que nos confundimos al punto de “no saber dónde estamos”. Y hay que tomar medidas, lo mismo si se trata de uno mismo, que si hay una persona mayor en la familia, que está en peligro si sigue conduciendo un auto.

Cuando Ricardo notó que Francisco, su padre, desobedecía últimamente las señales del tráfico, sospechó que le había llegado la hora de soltar el timón. Pero cuando tuvo tres accidentes leves seguidos (culpa de él), la sospecha casi se convirtió en certeza. Trató de decírselo, pero Francisco se puso a la defensiva y se mostró renuente a “perder su independencia”. Por suerte, Ricardo compartió sus temores con el médico de su padre, que finalmente logró convencerlo de que les dejara a otros la conducción del auto.

Ricardo hizo bien, porque casi todas las personas quieren seguir conduciendo tanto tiempo como puedan, y se niegan a aceptar que se han convertido en un arma letal en la carretera. Pero para la mayoría, llega el momento en que deben limitar o suspender del todo esa actividad, debido a problemas en la vista, demencia, enfermedad de Parkinson, Alzheimer u otra enfermedad incapacitante. ¿Cómo se puede saber cuándo llega ese momento?

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