Chuparse el dedo puede perjudicar la dentadura de tu hijo

¿Se chupa el dedo tu hijo? No te preocupes: el movimiento de succión es un reflejo natural en los niños, que empieza ya en el vientre materno. Pero sí es importante que te informes por qué puede ser dañino a la larga, a qué edad deben dejar de hacerlo y cuáles son las consecuencias si el hábito continúa más allá del tiempo normal, especialmente para la alineación de sus dientes y la salud de la boca en general.

Los bebés tienden a chupar el pulgar y a veces los otros dedos, así como el chupete, chupón o cualquier otro objeto que esté a su alcance. La acción de chupar hace que los bebés se sientan seguros y satisfechos, y los ayuda a aprender cómo es el nuevo mundo a su alrededor. A los niños un poco mayores les da una sensación de seguridad en momentos difíciles o de tensión (el primer día de clases, cuando se ven rodeados de extraños, separados de sus padres o en un ambiente poco familiar). Como chuparse los dedos los relaja, también los ayuda a conciliar mejor el sueño, y por eso suelen llevárselos a la boca a la hora de dormir o cuando están cansados.

Pero según la American Dental Association y The Journal of the American Dental Association, si el hábito de chuparse los dedos se prolonga demasiado, puede afectar el cielo de la boca (le paladar) y causar problemas en la alineación de los dientes permanentes. La intensidad del movimiento de succión es un factor que debe de considerarse. Si el niño chupa con suavidad, como ocurre en la mayoría de los casos, es posible que no se presenten problemas ni deformaciones en los dientes. Pero si lo hace vigorosamente, pueden ocurrir problemas, incluso en los dientes de leche. Observa a tu hijo.

Cómo romper el hábito

Es cierto que el chupete (chupón) afecta a los dientes exactamente del mismo modo que los dedos. Pero es más fácil romper el hábito del chupete que el de chupar los dedos, ya que se lo puedes retirar cuando desees. Si le das a tu hijo el chupete como sustituto de los dedos, procura que esté siempre bien limpio, por razones de higiene, y también para que no tenga un sabor agradable, que lo anime a chuparlo más. Por ejemplo, nunca le untes azúcar o miel antes de dárselo.

Normalmente los mismos niños dejan de chuparse espontáneamente los dedos entre las edades de dos a cuatro años, o cuando empiezan a aparecer los dientes permanentes. El hábito se va rompiendo poco a poco, a la vez que el niño se va interesando más por explorar lo que tiene a su alrededor. Si todavía se chupa el dedo cuando llega a la edad escolar, la presión de los otros alumnos lo ayuda a romper el hábito. Pero si tu hijo continúa chupándose el dedo después de los cuatro años, debes tomar medidas para que deje de hacerlo, teniendo en cuenta que presionarlo excesivamente o convertir el asunto en una batalla constante, puede resultar contraproducente.

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