Hacia finales de los años 60 y principios de los 70, del siglo pasado, la ciudad llamada “Primada de America” apenas empezaba a dar indicios de lo que se convertiría cuarenta años más tarde: ‘Una gran metrópolis extremadamente horizontal, cuyos habitantes llaman el gran Santo Domingo”, abarcando a manera de ejemplo, comunidades tan distantes como: el barrio Gran Almirante y el Km. 12 de Haina, en su eje Este-Oeste; Ciudad Modelo y Ciudad Nueva en su eje Norte-Sur.
En aquella ciudad de nuestros años mozos, la vida cotidiana era más pueblerina y tenía el sabor y la calidad, para disfrutar de ella: Las principales actividades comerciales y sociales se desarrollaban en el casco monumental, compuesto por ciudad nueva, la zona colonial y sus sectores aledaños.
No existían los grandes centros comerciales de hoy en día, (llamados Malls, a manera de anglicismo, copiado de los EUA) en contraste La Calle El Conde hoy convertida en peatonal y hasta cierto punto arrabalizada, era la principal arteria comercial; por ella se paseaba tanto en automóvil como a pies, y sus tiendas te inundaban de un aire cosmopolita con sus vitrinas y escaparates, llenos de los mas variados productos:
“Los Muchachos” y “Los Arcos”, donde podíamos comprar zapatos de calidad; Tiendas como “La Opera”, “Flomar”, “El Palacio” y “López de Haro”, exhibían la moda en el vestir de aquellos años; en “Pol Hermanos” para adquirir todo lo relativo a útiles de oficinas, artísticos y librería. Ferretería Morey, para herramientas, artículos ferreteros y deportivos como caza & pesca.
Caminando por sus aceras bien cuidadas y limpias, el “olor a café”, te anunciaba la cercanía al emblemático sitio “La Cafetera”, donde el Sr. Paliza, ciudadano de origen español, y sus empleados molían y colaban la aromática bebida, para sus “Habitúes”, entre los que se encontraban políticos, artistas e intelectuales de la época.
La tienda de juguetes “La Margarita” con su espectacular muñeco animado “Santa Claus”, riendo a carcajadas por las cosquillas que le hacían unos enanitos en la planta de los pies, y el agradable olor a manzanas y uvas, nos indicaba el inicio de la temporada Navideña.
El cine Rialto, en su cartelera exhibía las ultimas películas de Hollywood, con los ídolos actorales: “Sean Connery” como James Bond, “Clint Eastwood y Le Van Cleef”, en sus memorables papeles de vaqueros del viejo Oeste Americano y las bellas actrices: Raquel Welch, Ursula Andrews y Brigitte Bardot, hacían suspirar con sus atractivos físicos a cualquier mortal del género masculino.
El Bar-Restaurante Rossi, con su ambiente climatizado, y sus vidrios tintados era el lugar preferido de los etílicos para entre “trago y trago” oír en la vellonera a los cantantes extranjeros: Tito Rodríguez, Felipe Pirela (El bolerista de America), Chucho Avellanet, Lucho Gatica, Javier Solís y otros. Del patio: Lope Balaguer, Francis Santana (El Songo), Nini Cáffaro, Rafael Solano y los pimentosos merengues de Johnny Ventura, Félix del Rosario y sus magos del Ritmo.
Si querías oír en la placidez de tu casa esos y otros cantantes “Musicalia” era la tienda mas completa en su genero, para adquirir los discos de pasta o vinilo llamados L.P. “Long Playing”, por sus siglas en ingles o de larga duración y el sencillo 45 RPM, el cual contenía dos canciones, una en cada lado o cara del mismo.
Los edificios que enmarcan el perfil urbanístico de esta calle, son el mejor ejemplo de la arquitectura colonial y moderna del siglo 20, en la Republica Dominicana:
Los palacios de Borgella y Consistorial, entre las calles “Las Damas” y “La Hostos, de estilo afrancesado; otros como los edificios “Baquero”, “Copello”, “Plavime”,” Cerame”, “Saviñón” “González Ramos” y “Díez”, en este último funcionaba en uno de sus pisos superiores el Ives System Institute, una escuela de enseñanza del idioma ingles, que dirigía muy eficientemente, con un estilo novedoso el Sr. Miguel A. Victoria.
A través de los años, la calle El conde ha ido perdiendo su antiguo esplendor y actualmente luce bastante deprimida, reduciéndose la actividad comercial y muchos de sus antiguos locales, están cerrados o en estado de abandono, lo cual los hace lucir
completamente arrabalizados.
Propugnamos por un rescate y revalorización de esta importante arteria comercial de la antigua ciudad; los organismos gubernamentales competentes, los comerciantes y propietarios de inmuebles, deben gestar un movimiento para inventariar sus edificaciones y re-orientar el uso de los mismos, para inyectarle un dinamismo necesario mediante las actividades que allí se realicen tanto de día como de noche.
Estos sentimientos de nostalgia los expresamos, desde la óptica de un ciudadano común que añora los días en que ser un peatón por la calle El Conde, era un verdadero placer existencial de vida urbana.