Todos los dominicanos aspiramos a un gobierno perfecto y eso no existe en ninguna parte de este planeta, por lo tanto esa es una utopía que nos hace más mal que bien, pero como soñar no cuesta nada, sigamos soñando.
Acostumbrados a criticar todo y no ver nada bueno en lo que se hace o se puede hacer desde el gobierno, ningún gobernante dominicano de los últimos 50 años ha recibido buenas reacciones de la suspicaz opinión pública tanto la que se difunde por los medios de comunicación, como la que se comenta a viva voz en las discusiones o conversaciones callejeras.
Es por eso que el gobierno de Danilo Medina no es la excepción, pese a que ha adoptado medidas ejemplares, que como todo solo hay que esperar a ver sus resultados.
Pero nuestra impaciencia como pueblo es legendaria y en muchos casos hasta justificada, porque han sido demasiado las decepciones que desde los sueños encumbrados en la más alta cúpula del poder, que han dejado en un oscuro rincón sus promesas incumplidas, muchas veces, no por culpa de la buena voluntad de sus gobernantes, sino porque quienes se suponen han sido escogidos como sus más cercanos colaboradores no le han sabido responder a lo encomendado como Dios manda: servir al pueblo.
Eso nunca ha sido fácil y hay razones entendibles para ello: los pueblos siempre esperan de sus gobernantes y no todo al que se le ha encomendado una misión tiene la suficiente paciencia para entender que la gente se cansa y quiere y cree firmemente que todo el que llega a una posición pública es y debe ser siempre su servidor a todo trance. Pero no ocurre así por lo general o porque quien debe cumplir con esa misión descubre que no puede ante tanta presión o no le importa si lo hace bien o mal.
En el caso del gobierno encabezado por Medina no debían sorprender tanto el que se hayan dejado muchos de los funcionarios del pasado gobierno peledeísta, encabezado por el doctor Leonel Fernández y que se hayan anunciado históricas medidas de austeridad, porque con ello simplemente le da cumplimiento a su principal lema de campaña: continuar lo que está bien, corregir lo que está mal y hacer lo que nunca se ha hecho.
Si el nuevo mandatario dominicano entiende que los funcionarios ratificados o promovidos a otras posiciones lo habían hecho bien, por encima de los típicos chismes y rumores sin pruebas de medios y personas interesadas, no había porque dejarlos a medio camino de una misión que deben completar hasta donde sea posible, como la de servirle a su pueblo. Ahora bien, si eso obedeció como se dice a la supuesta mano de hierro del un grupo de miembros del comité político del PLD, enhorabuena lo ha sometido el nuevo mandatario a una prueba que deberán superar en los próximos cien días, o de lo contrario, y eso asumimos nosotros humildemente, deberían entonces ser removidos de su cargo por haber fallado- y eso vendría a cumplir con el segundo aspecto de su completo lema de campaña: corregir lo que está mal.
¿Y se ha hecho ya lo que nunca se había hecho? Bueno con el anuncio y aplicación inmediata de medidas éticas y de un drástico plan de austeridad comenzando por los más altos nuevos funcionarios, es la puesta en marcha del tercer elemento de esa promoción de campaña política y por sus resultados se verán los tres aspectos conjugados en estas satisfactorias y justas medidas gubernamentales.
Hasta que los dominicanos no hagamos conciencia de que esto no puede continuar así: funcionarios que consideran como recursos propios el erario público y un pueblo que no sabe reclamar su mejor uso, podemos esperar más de lo mismo.
Y así hasta el infinito en este círculo de elegir cada cuatro años un gobierno para frustrarnos, porque le dejamos a quienes nos dirigen una responsabilidad que es más nuestra que nunca: la de vigilar por los medios que sea el buen uso de lo que todos de una manera u otra aportamos a las arcas nacionales para construir y preservar esta democracia que no sabe hacerlo de otra manera. Porque quienes no quieren delincuentes en las calles tienen que contribuir con que haya mayor justicia social y se paguen bien a las fuerzas de seguridad, los que quieren buenos servicios de transporte colectivo, agua potable y electricidad paguen por ello y alimentos baratos, ropa, zapatos, vehículos y comodidades de la vida moderna sepan que eso no lo regalan en las sociedades opulentas y que hay que pagar por ellas.
Asimismo, quienes quiere funcionarios probos y nada de corrupción debe saber que debe haber una justicia preparada, eficaz y bien pagada que no sea objeto de tentaciones.
En fin, para todo esto y mucho más se necesita que haya un gobierno, que se confíe en un gobierno y se le dé el apoyo y el tiempo suficiente para que pueda aplicar las medidas que correspondan a los males que nos aquejan. Eso y nada más, creo que pide el nuevo gobierno peledeísta del licenciado Danilo Medina.
