A 18 años de su construcción y considerado uno de los más modernos del Caribe, el Hipódromo V Centenario, ubicado en la cercanía de la autopista Las Américas, en la zona este de la capital, provincia Santo Domingo, en la actualidad luce abandonado y con un progresivo deterioro de sus instalaciones y entorno.
La majestuosa instalación fue inaugurada el 29 de abril del año 1995, por el ex presidente Joaquín Balaguer, a un costo de 230 millones de pesos.
Pese a que la edificación fue levantada y diseñada con el objetivo de liberar al Distrito Nacional de la contaminación ambiental y crear mejores condiciones para los establos, dueños y fanáticos de la hípica, la historia de abandono, insalubridad y falta de mantenimiento vuelve a repetirse.
Una de las dificultades que enfrentan los fanáticos que visitan el sitio es el estacionamiento, debido a que la administración, a través de un comunicado y la colocación de letreros, advierte a los visitantes que no se hace responsable por los daños, ni robos que puedan producirse en los vehículos.
Otra problemática para el público es la visualización de las carreras en las gradas, ya que todos los equipos audiovisuales se encuentran inservibles. En iguales condiciones están los sanitarios y lavamanos que se encuentran prácticamente sin sistema de agua y en estado deplorable.
También el área de esparcimiento infantil se halla en total deterioro, por lo que los columpios y otros juegos representan un peligro.
Algo que llama a la atención de quienes visitan el Hipódromo es que no se puede distinguir quién es empleado o público, ya que solo las mujeres que atienden las áreas de apuestas están identificadas y uniformadas.
Establos y ganancias
Los veinte establos que posee el complejo, con capacidad para 48 caballos cada uno, tiene sus verjas, puertas y barandillas podridas y cubiertas de óxido. También es notoria la escasez de agua y los empleados se ven en la necesidad de solicitar camiones del líquido a la administración para llenar las cisternas y los tinacos y así poder realizar el mantenimiento y cuidado de los animales.
Otra de las situaciones que provocan insalubridad son los vertederos ubicados en cada una de las cuadras, pues emana un terrible hedor en el entorno, a causa de la acumulación de desperdicios, heces fecales y orinas de las bestias.
También las calles, aceras y alcantarillado están destruidas y en tiempo de lluvias provocan fangos que imposibilitan las labores cotidianas.
Según informaciones suministradas a DominicanosHoy por un experto que solicitó no ser identificado, una de las circunstancias que ha provocado la estampida de gran parte de los inversionistas es la baja ganancia que reciben los dueños por las carreras.
El también instructor afirmó que existen pocos incentivos por parte de la administración del Hipódromo V Centenario que motive las inversiones de los propietarios.
“Los beneficios obtenidos por los dueños por las competencias que ganan, no alcanzan para el mantenimiento, alimentación y cuidado de los animales, debido a que el costo de las provisiones y medicamentos para mantener en forma y en buen estado a los caballos ha subido bastante”, indicó la fuente.
No obstante, explicó que la hípica dominicana está “muerta”, ya que los inversionistas solo tienen las puertas abiertas para irse, porque no existen las condiciones en la actualidad para recuperar los fondos invertidos en este proyecto.
Igualmente, alegó que el Hipódromo V Centenario solo es aprovechado para mantener una empleomanía del Gobierno, ya que hay más “gente trabajando que caballos en los establos”.
Indicó que nadie se atreve a tocar el tema por precaución, ya que pueden ser despedidos; pero, que la situación del lugar es luctuosa.
Solución y reseña
El instructor entiende que la solución para que se produzca un renacer de este deporte ecuestre es el arrendamiento del complejo a un consorcio de empresas privadas capacitadas en tal sentido.
“Se necesita una remodelación urgente y un lanzamiento mercadológico que inspire a los amantes de las carreras de caballo a visitar el complejo, así como el montaje anual de varios clásicos con la participación de los países de la región, ya que el único que se desarrolla cada año es el Kalil Haché, como la principal atractivo”, resaltó el entrevistado.
República Dominicana comienza a desarrollar la hípica en 1944, con la construcción del Hipódromo Perla Antillana, ideado por Rafael Leónidas Trujillo Molina, quien era apasionado al tema. Se estima que la obra costó unos cinco millones de pesos, alta suma para la época, y estuvo a cargo de los ingenieros Alfredo González, Bienvenido Martínez Brea, José Antonio Caro y Guillermo González.
Según el historiador Luis Mena García, nativo de Santiago, el famoso y legendario Perla Antillana fue inaugurado el 23 de febrero de 1944, en ocasión de conmemorarse el primer centenario de la República, con la participación de los ejemplares Relámpago, Tamayo, Jagüey y Cacique, en la prueba de mil metros. No obstante, señala que el gran despegue tuvo lugar en el año de 1966, cuando el promotor y empresario Salomón Sanz Espejo (El Culebro), lo arrendó al Ayuntamiento del Distrito Nacional.
La segunda jornada de crecimiento ecuestre se produjo el 29 de abril del año 1995, con la inauguración del Hipódromo V Centenario.
Jockeys, dueños y narradores
Entre los mejores jockeys dominicanos se enumeran: René Soriano; Fernando Pichardo Mainardi (Viejito); Francisco Pichardo (Pichardito); Elido Núñez (Abuelito); Juan Ventura; Juan Núñez; Papito Matos; Manelik Núñez; César Díaz; René Vidal; José Rosario; Carlos Grullón, Joel Rosario; Juan Sanz; Luis Morel y Leopoldo Estévez.
Celia Rosa Bautista fue la primera jocketta dominicana, que murió en la trágica mañana del 5 de octubre de 1977, al caerse de la yegua Emma Emi, quedando aplastada debajo del animal.
Los grandes dueños de cuadras registrados son: Gerónimo Copello, Raymundo Hernández, Eduardo Lara, Edilio Raposo, Luis J. Sued, Agustín Pimentel, Expedy Pou, Julio Serralés, Francisco Martínez Alba.
También Luis Alcalá, Efraín Ozuna, Benigno Pérez Martínez y sus hijos Johnny y Carlos, Ángel Contreras, Ranfis y Radhamés Trujillo, dueños de la cuadras Victoria y Haronid y Aquiles Bermúdez Ramos.
El más popular narrador hípico de todos los tiempos ha sido el incomparable Simón Alfonso Pemberton y su primera narración ocurrió el 27 de febrero del año 1963, en el Perla Antillana.
Pemberton, conocido como El Mago, es un ícono de la narrativa hípica, con su clásico: “A correr, fanáticos”. Otros destacados son: César Cruz Mordán y Manuel Oscar Aybar Bonetti, primeros narradores del Perla Antillana en 1944.
