Asunción.- El nuevo presidente paraguayo, Federico Franco, quien asumió el poder tras la destitución por el Congreso de Fernando Lugo, deberá enfrentar desde el comienzo de su gestión critícas en los ámbitos nacional e internacional.
Distntas organizaciones sociales, especialmente campesinas, adelantaron su rechazo al cambio de Ejecutivo y protagonizaron protestas desde anoche con incidentes en algunas localidades del interior del país e incluso en la Plaza de Armas y otros lugares de esta capital.
En el campo político, el Frente Guasú, la coalición de organizaciones que respaldo a Lugo en las elecciones del 2008, dijo que no reconocerá al gobierno de Franco y anticipó hará sentir su desacuerdo en acciones a lo largo del país. Bastante compleja es la situación internacional para Franco, pues los gobiernos suramericanos integrados a Unasur y Mercosur están abiertamente contra lo ocurrido la víspera aquí.
Un elemento que pesa en ese sentido es el hecho de que Paraguay ostenta la presidencia pro témpore de Unasur y todo hace indicar su posible expulsión de esa instancia integracionista, critero prácticamente unánime por considerarse la existencia de una violación a la carta democrática de la organización.
Sin embargo, la preocupación mayor puede venir del lado económico, pues Argentina y Brasil condenaron fuertemente la destitución de Lugo y se trata de principales socios comerciales de Paraguay, y con vinculaciones incluso con la operación conjunta de grandes hidroeléctricas.
En ese contexto, la solución de esas interrogantes será de
primera importancia para Franco después de que pase la euforia de la victoria obtenida.
Nuevo presidente paraguayo enfrentará crítica interna y externa
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