París.- La camiseta blanca de Rafael Nadal se manchó de motas color marrón y sus medias blancas se llenaron de arcilla durante una sesión de entrenamiento en la cancha Philippe Chatrier, la principal del complejo de Roland Garros.
Mientras el español se paseaba por su superficie favorita, en su estadio favorito, en su torneo favorito, una imagen del resplandeciente trofeo del Abierto de Francia que inicia este domingo giraba en una pantalla montada en lo alto.
Bajo la mirada acuciosa de su entrenador, y enfocado plenamente en su trabajo, el tenista español nunca le prestó atención a esa foto. No hay necesidad: debe tener todos los detalles del trofeo bien memorizados.
En este segundo Grand Slam del año, mucha de la atención estará puesta en los recorridos que harán dos hombres: Nadal, quien busca su séptimo triunfo del Abierto de Francia, y Novak Djokovic, quien trata de convertirse en el tercer hombre en la historia en ganar cuatro Grand Slam consecutivos.
Dado que las llaves se definen con base en el escalafón mundial, Nadal será el segundo preclasificado y Djokovic el primero. El único lugar donde pueden cruzarse el español y el serbio sería en la final del 10 de junio, y es lo que muchos esperan que ocurra.
Al ganar sus dos cotejos recientes en finales sobre arcilla, Nadal rompió una racha de siete derrotas contra el serbio, incluidos tres encuentros en finales de Grand Slam, y se llena de confianza en la superficie que ha dominado desde 2005.