El Cairo.- Con la rutina menos agitada que propician los fines de semana, los egipcios se mostraron este sábado divididos entre secundar o ignorar el llamado de organizaciones juveniles a la desobediencia civil y la huelga general.
El Cairo, que suele ser un termómetro del nivel de movilización social en Egipto, entremezcla un ambiente de tensión y tranquilidad, mientras miembros y simpatizantes de unos 40 movimientos políticos preparan marchas multitudinarias en distintos puntos de la capital.
Una masiva movilización realizada anoche frente al Ministerio de Defensa fue la avanzada de las demostraciones de este sábado contra el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) para que transfiera a civiles el poder que Hosni Mubarak le cedió hace hoy un año.
La frenética actividad comercial de este país hasta ahora da pocas señales de acatar el paro, pero sectores universitarios que lo convocaron aseguran que muchos negocios no prestarán servicios durante la jornada de inactividad y desobediencia civil.
El comité supremo para la huelga estudiantil precisó que, además de la principal demanda al CSFA, la lista de reclamos incluye crear un gobierno revolucionario de salvación nacional, la dimisión del fiscal general y el establecimiento de salarios mínimo y máximo.
Dichas demandas forman parte de siete planteadas por la Alianza de Revolucionarios de Egipto, que aglutina a más de 50 grupos políticos, incluidos los seis más activos en las protestas contra los militares.
La alianza aboga por desmantelar de inmediato el actual gobierno interino, acelerar la realización de elecciones presidenciales, formar un comité que investigue las matanzas de activistas en el último año y tribunales revolucionarios para juzgar a miembros del anterior régimen.
Asimismo, llamó a reestructurar el Ministerio del Interior, al cual responsabilizan de la represión policial en distintas manifestaciones, así como de la inoperancia en los disturbios tras un partido de fútbol en Puerto Said, que hace 10 días provocaron 74 muertos.
El aniversario de la renuncia de Mubarak, forzada por 18 días de revueltas callejeras en todo el país, es asumido con sentimientos dispares por la sociedad egipcia, en la cual hay incondicionales del antiguo rais, círculos permisivos con el CSFA y opositores acérrimos.
La cúpula castrense desafió las exigencias populares y ratificó que, pese a acelerar los preparativos para las elecciones presidenciales, se mantendrá en el poder hasta el próximo 30 de junio, decisión que irritó aún más a quienes abogan por un gobierno civil de inmediato.
Quienes insisten en las protestas en el aniversario de la caída de Mubarak sostienen que en un año casi nada cambió en Egipto y prevalecen los pilares de su régimen, empezando por el jefe del CSFA, mariscal de campo Mohamed Hussein Tantawi, su ministro de Defensa durante 20 años.
El sindicato de Cine respaldó el llamado a la desobediencia y otros sectores también se sumaron, pese a que poderosas instituciones como la Iglesia Ortodoxa Copta y Al-Azhar, la más antigua y máxima autoridad del Islam sunnita, rechazaron la iniciativa y pidieron no apoyarla.
Al-Azhar alegó que las huelgas están prohibidas por la ley islámica, mientras el Partido Libertad y Justicia, brazo político de la Hermandad Musulmana y fuerza dominante en el Parlamento, sugirió que, en lugar de protestar, se aproveche el sábado para limpiar y embellecer El Cairo.
