Embarazos que reproducen pobreza (II)

Las adolescentes embarazadas arrastran una cantidad de situaciones negativas que van, desde la deserción escolar hasta los problemas emocionales.
 
Aunque instituciones estatales han desarrollado campañas, programas y otras iniciativas para la prevención del embarazo en adolescentes, el país se posiciona con el ranking mayor de números de embarazos en adolescentes: 92 por cada 1000 embarazadas, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas.
 
La pobreza sigue jugando el rol más importante como causa del aumento de embarazos en adolescentes, cuya alta tasa también es un reflejo de la falta de acceso a información, educación y servicios de salud sexual y reproductiva, como el uso de métodos anticonceptivos.
 
Sus implicaciones sociales, económicas y de salud, afectan determinantemente el proyecto de vida de las adolescentes.
 
El primer elemento que se identifica es el riesgo a la salud (incluyendo la muerte) tanto de la madre como de la criatura recién nacida, obstáculos o deserción de la formación escolar, estigma social, falta de apoyo de la figura paterna y continuar sumida en la pobreza.
 
Escenario perfecto
 
La combinación pobreza y desigualdad social forman el escenario por excelencia para que las adolescentes se embaracen a temprana edad.
 
República Dominicana ocupa el puesto 16 de 136 con mayor incidencia en este tipo de embarazos, solo detrás de Nicaragua, en la región y más elevada que algunos países africanos como Kenya.
 
Además, ocupa el lugar 55 de 136 países respecto a la tasa de mortalidad materna, lo que supone que por causas relacionadas al embarazo, 150 mujeres mueren por cada 100 mil nacidos vivos.
 
En cuanto a la salud infantil el riesgo de mortalidad materna es mayor en adolescentes de 9 a 19 años que de las que ya han cumplido los 20. Lillian Renau-Vernon, representante en el país de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), plantea que el 19 por ciento de las muertes maternas que ocurren en la nación son adolescentes.
 
El Informe de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD 2010), en República Dominicana plantea que, el 11% de la población vive en hogares multidimensionalmente pobres, mientras que un 13% adicional se encuentra en vía de serlo; en tanto que el indicador se puede comparar con el de la pobreza extrema que es de 40.25% (población que actualmente vive por debajo de los 1.25 dólares al día).
 
Esto significa que quienes viven por encima de la línea de la pobreza extrema, que son más del doble, pueden sufrir privaciones en educación, salud y condiciones de vida, según el PNUD.
 
Renau-Vernon indica que estudios hechos en la región arrojan que el 19.5 por ciento de las mujeres en edades de 15 a 19 años se han embarazado en alguna ocasión, mientras que el 50 por ciento no tiene ninguna educación, el 59 por ciento vive en la zona rural y el 60 está en condición de pobreza.
 
Regiones más pobres
 
Según ENDESA 2007, las provincias que tienen el más alto índice de pobreza están en la región sur y la provincia El Seibo. En relación con esta: Azua, Pedernales, Bahoruco, Elías Piña y Barahona son las que poseen una tasa más alta de embarazos en adolescentes, promediando del 26-36 por ciento.
 
Le sigue con un 22 por ciento la línea noroeste, la región este y Peravia, con un índice de pobreza medio. Sus provincias más críticas son Hato Mayor, Monte Cristi, Dajabón, San Pedro de Macorís.
 
Mientras que en las provincias Sánchez Ramírez, Hermanas Mirabal, Santiago Rodríguez y el Distrito Nacional la incidencia de pobreza es más baja, el porcentaje de embarazos en adolescentes es mucho menor. Así lo precisa Víctor Terrero, director regional del Ministerio de Salud para la región suroeste.
 
Embarazo como fuente de ingreso
 
Para muchas de las adolescentes una fuente de ingreso es embarazarse con el fin de mejorar su condición de vida material; pero, sin pensar en los riesgos que se exponen a padecer, explicó la activista por los derechos de la mujer Lilliam Fondeur.
 
Para Fondeur, estos embarazos a temprana edad son violaciones que se producen en la cara de la sociedad, por tanto esto arrastra no solo violencia sexual, sino también violencia social económica.
 
“El proyecto de vida de una niña joven es embarazarse regularmente, de un hombre que le dobla la edad, para que la lleven del campo a la ciudad, o para que la saquen del país, porque así creen que cambia su situación de pobreza”. Enfatiza Fondeur.
 
Las embarazadas a temprana edad, regularmente son hijas de madres pobres que se embarazaron en su adolescencia; por tanto, su patrón de conducta es aprendido, no genético y la probabilidad de que las adolescentes pobres se embaracen varias veces seguidas es más alta que las jóvenes de 20 años en adelante.
 
Implicaciones sociales y económicas
 
Para la socióloga Tahira Vargas, el vínculo entre pobreza y embarazo tiene mucho que ver con los modelos culturales que predominan en los estratos más necesitados. En el caso de la maternidad temprana, puede estar acompañada por la posposición de los estudios o el abandono de éstos.
 
«La expulsión del sistema educativo de las adolescentes embarazadas les cierra las puertas hacia oportunidades de desarrollo humano, y por tanto de ruptura con el círculo de la pobreza».
 
Vargas precisó que el Estado debe ofrecer oportunidades a las jóvenes y adolescentes para su desarrollo humano, independientemente de que estén embarazadas o no y/o que sean o no activas sexualmente. Se debe erradicar la práctica de exclusión del sistema educativo para que no se sigan reproduciendo las condiciones de pobreza e inequidad que sufren las adolescentes destinadas a aguantarle a un hombre cualquier maltrato para que la mantenga, o estar continuamente buscando marido.
 
Conflictos emocionales
 
La nueva responsabilidad de las niñas adolescentes afectadas, generalmente le produce un choque sicológico, que en la mayoría de los casos desencadena problemas emocionales y de identidad en el nuevo ser, quien puede caer en los mismos padecimientos de la madre.
 
Así lo expresa Ana Luna, Sicóloga y terapeuta familiar, quien recomienda trabajar con las jóvenes desde el principio en que saben de su estado, para que identifiquen sus responsabilidades y despierten el interés por desarrollar su vida a través de los estudios.
 
Entre las consecuencias que padecen las adolescentes embarazadas están la inestabilidad emocional, la apatía, molestias, depresión, conflictos con su entorno, deserción escolar, bajas calificaciones y problemas para reintegrarse a su entorno de amistad.
 
Iniciativas políticas y sociales
 
El Ministerio de la Mujer, Consultorios regionales especiales para adolescentes, el Centro Nacional de Investigaciones en Salud Materno Infantil (CENISMI). También un Código para la protección de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes (Ley 136-03), Ley Contra la Violencia Intrafamiliar (Ley 24-97) así como la Línea Vida 809-200-1202, una Unidad de Atención y Prevención de la Violencia de la Procuraduría Fiscal del Distrito Nacional, así como un Plan Estratégico y varias campañas contra el embarazo en adolescentes son algunas de las iniciativas y herramientas aplicables que se han creado para frenar este problema social. Sin embargo, según muestran los resultados, éstas no han sido lo suficientemente efectivas para que dicho fenómeno no siga en crecimiento.

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