COOPERSTOWN, Nueva York.- En su idioma, Roberto Alomar no pudo ser más elocuente al tocarle ser inmortalizado en el Salón de la Fama del béisbol.
«Me siento orgulloso de ser puertorriqueño», dijo Alomar en su discurso tras ser exaltado este domingo al templo de Cooperstown. «Siempre jugué por mi isla, por mi bandera y por todos los latinos».
Alomar, cuya placa reza que «estableció los parámetros para una generación de intermedistas», fue una de las tres figuras honradas en un acto realizado al aire libre.
El lanzador Bert Blyleven y el ejecutivo Pat Gillick fueron los otros dos.
Los mayores vítores fueron para Alomar, el tercer puertorriqueño y séptimo latinoamericano que ingresa a Cooperstown. Agitando banderas y coreando su nombre, más de 200 boricuas hicieron el peregrinaje a esta localidad en el centro del estado de Nueva York para celebrar el momento cumbre del oriundo de Salinas.
Pero Alomar también recibió los aplausos de un contingente de canadienses, felices al ver al primer jugador entronizado con el emblema de los Azulejos de Toronto.
Ese fue el primer equipo no estadounidense en ganar la Serie Mundial, al lograr la gesta de un bicampeonato entre 1992-93, con Alomar en plan estelar y Gillick como su arquitecto.
El mensaje de Alomar estuvo cargado de emoción, al mencionar a sus precursores puertorriqueños en Cooperstown y a su familia.
«En este día me siento más que orgulloso por estar al lado de dos leyendas que le dieron tanto a este país», dijo Alomar en referencia a que se sumó a Roberto Clemente y Orlando Cepeda, éste último uno de los 47 miembros del Salón que estuvieron presentes en la ceremonia.
LOS OTROS DOS
Blyleven, quien ganó 287 juegos y tiró 60 blanqueadas en una carrera de 22 años, se convirtió en el primer jugador nacido en Holanda que es inmortalizado.
Su dedicatoria fue para su fallecido padre y a su madre de 85 años.
Tras asentarse en el sur de California en la década de los 50, el padre de Blyleven se fascinó con el béisbol y le enseñó al hijo el deporte.
«Ojalá pudiese estar aquí», dijo Blyleven, quien fue elegido en su 14to intento. «Mamá, él debe estar viendo desde el cielo ahora mismo».
Aparte de los dos campeonatos con Toronto, Gillick también fue el gerente del equipo de Filadelfia que se consagró en la Serie Mundial del 2008.
Gillick evocó sus primeros pasos como ejecutivo y mencionó un viaje a la República Dominicana en 1968 en busca de talento: «No me fue bien, pero encontré a mi esposa Doris», indicó.