El acné es una enfermedad inflamatoria de la unidad pilosebácea. Es una de las patologías dermatológicas más frecuentes, ya que afecta casi al 80% de los adolescentes entre los 13 y los 18 años.
Representa el 25% de las consultas al dermatólogo y posiblemente este número sea aún mayor en la consulta del pediatra y médico general. Puede durar muchos años, dejar cicatrices persistentes y provocar efectos adversos importantes en el desarrollo psicológico del adolescente que la sufre. Su etiología es multifactorial y actualmente existen tratamientos muy efectivos para controlar cada uno de los factores patogénicos implicados.
El acné es uno de los trastornos favoritos de los dermatólogos puesto que justifica alrededor de un 30% de las visitas privadas al dermatólogo y además, se dispone de multitud de opciones terapéuticas
El conocimiento correcto de las bases fisiopatológicos del acné permite efectuar una aproximación terapéutica adecuada que a menudo es definitiva en casos leves o moderados, y permite ayudar de forma correcta los más graves. En este momento, entrados en el siglo XXI resulta inaceptable que un adolescente tenga que oír: «El acné es cosa de la edad, ¡ya se te pasará!
Patogenia
Es difícil comprender la fisiopatología del acné. Veremos la glándula sebácea que está unida al folículo piloso formando lo que comúnmente se denomina unidad pilosebácea . La glándula sebácea es un depósito lipídico o una fábrica de lípidos que produce sebo y líquido graso formado por lípidos, ceras y esteroles.
Se puede definir al acné como a una enfermedad inflamatoria de etiología multifactorial que afecta la unidad pilosebácea con la intervención del Propionibacterium acnes y otras bacterias. Su patógena aún no queda del todo definida, pero el conocimiento de los distintos factores que intervienen en la misma ha permitido desarrollar nuevas medidas terapéutico especifico.
La distribución de las glándulas sebáceas varía según el área corporal, son más comunes en la áreas más propensas al acné tales como la cara, el pecho y la espalda. Se sabe que la glándula sebácea tiene algunos rasgos particulares en lo que se refiera a causar acné y que es dependiente de los andrógenos. Cuando los chicos y las chicas alcanzan la pubertad comienzan a experimentar cambios en su piel, se vuelve más grasa
Porqué se produce
En realidad, existen 4 rutas patogénicas diferentes en el acné: Producción sebácea excesiva por las glándulas sebáceas dependientes de andrógenos. Obstrucción del folículo pilosebáceo con sebo y células epiteliales desprendidas de la pared folicular (hiperqueratosis de retención).
Degradación del sebo por la bacteria Propionibacterium acnes (P acnes) que produce ácidos grasos libres irritantes, factores quimiotácticos y mediadores proinflamatorios.
Respuesta inflamatoria
La combinación de estos procesos provoca las lesiones del acné. La lesión inicial, el microcomedón, es el resultado de la obstrucción de los folículo sebáceos por un exceso de sebo junto con células epiteliales descamadas procedentes de la pared folicular (hiperqueratosis ductal).
Estos dos factores causan lesiones no inflamatorias como los comedones abiertos (puntos negros o barrillos) y los microquistes o comedones cerrados. Una bacteria anaerobia, el P. acnés, prolifera con facilidad en este ambiente y provoca la aparición de mediadores de la inflamación.
Para resumir: se sabe que hay una contribución hormonal en el inicio del proceso que incrementa la síntesis de lípidos. Hay también un incremento de la descamación de las células epiteliales que bordean el folículo y que causan obstrucción. Las bacterias proliferan en el folículo obstruido y contribuyen con los componentes inflamatorios del trastorno.
Las glándulas sebáceas son holocrinas puesto que experimentan muerte celular, se sintetizan lípidos y la célula se degrada ella misma y se excreta en el sebo. La glándula de la derecha está muy estimulada por los andrógenos y procede de una zona del cuerpo propensa al acné. Se puede apreciar el tamaño que pueden adquirir estas estructuras bajo la piel de las zonas susceptibles de acné con el continúo estímulo de los andrógenos. Normalmente, deberían ser pequeñas y translúcidas.
Otros factores patogénicos y algunos mitos
Existen algunas evidencias que confirman una cierta predisposición genética en la aparición del acné. Existen también factores raciales ya que, por ejemplo, la raza negra tiene más tendencia a padecerlo.
Factores fisiológicos como el ciclo menstrual y el embarazo pueden así mismo influir en su aparición.
La impresión popular que algunos alimentos pueden provocar lesiones de acné no ha podido ser nunca demostrada científicamente: ni el chocolate, ni los frutos secos, ni los embutidos, así como tampoco el contenido calórico de la dieta, el yodo o el flúor se han demostrado importantes en la patogenia del acné.
El clima resulta también un factor controvertido: si bien la mayoría de los pacientes mejoran durante el verano, otros pueden empeorar para padecer el llamado acné solaris o aestivalis.
El estrés juega también un papel importante, y el uso de cosméticos que no sean elaborados como «libres de grasa», pueden hacer persistir el acné en pacientes postadolescentes y hacer fracasar cualquier aproximación terapéutica en la que no se tenga en cuenta este factor.
En el acné iatrogénico, los corticoides, algunos antidepresivos tricíclicos, fenilhidantoínas y litio, así como los derivados de la vitamina B, pueden estar implicados.