NUEVA YORK.- Una serie de programas de entrega de agujas limpias a consumidores de drogas inyectables disminuyeron el riesgo de que esas personas puedan contraer hepatitis C, un virus que se transmite por contacto con sangre infectada, indicaron expertos.
Los profesionales de la salud son los más vulnerables, como así también los que se hacen tatuajes en lugares no seguros.
En Estados Unidos, la mayoría de las 18.000 nuevas infecciones ocurren cuando los consumidores de opiáceos inyectables, como la heroína, comparten agujas o jeringas.
El virus de la hepatitis C es más fácil de transmitir que el VIH; un rastro mínimo de sangre en la aguja de una jeringa es suficiente para infectar a otra persona.
El nuevo estudio, publicado en la revista Addiction, sugiere que los programas de sustitución de agujas y opiáceos pueden reducir el riesgo de contraer el virus de la hepatitis C, según Matthew Hickman, profesor de salud pública de la University of Bristol, en el Reino Unido.
Tras combinar los resultados de seis estudios previos sobre programas británicos, el equipo de Hickman halló que los consumidores de drogas con mayor cobertura de los programas tenían un 50 por ciento menos riesgo de contraer hepatitis C que el resto.
Entre los consumidores que obtenían suficientes agujas limpias para todas las dosis que consumían, menos del 4 por ciento obtuvo un resultado positivo para el análisis de hepatitis C durante los estudios, que duraron hasta un año, comparado con el 7 por ciento de los consumidores que no obtenían agujas limpias para todas las aplicaciones.
La tasa de nuevas infecciones de hepatitis C fue del 3 por ciento entre los consumidores de un sustituto de opiáceos (en general, metadona oral), frente al 7 por ciento sin el tratamiento.
Los consumidores que participaban en ambos programas son los que mejores resultados obtuvieron, con un 2 por ciento de nuevas infecciones.
«La transmisión de la hepatitis C se puede reducir con la terapia de reemplazo de los opiáceos y de las agujas/jeringas, en especial cuando se combinan», dijo Hickman.
Mientras que el estudio se concentró en los programas del Reino Unido, el autor agregó que es posible que los resultados sean similares en otros países.
El estudio tuvo sus limitaciones; combinó los resultados de varios estudios observacionales, en los que los investigadores «observaron» grupos de consumidores de drogas inyectables que habían optado por utilizar o no ambos programas.
Dejar la decisión a la persona dificulta demostrar que los programas son los responsables de la reducción de las tasas de infección de hepatitis C. Existirían otras diferencias entre los usuarios de los programas o no usuarios que explicarían los resultados.
Además, las conclusiones surgen de cifras pequeñas, destaca el equipo de Hickman. Los investigadores obtuvieron información útil de 919 participantes de los programas de seis sitios de estudio; registraron 40 casos nuevos de hepatitis C.
Aun así, Hickman opinó que el estudio empieza a cerrar una brecha en el conocimiento de la utilidad de los programas.
En Estados Unidos, los nuevos casos de hepatitis C disminuyeron desde la década de 1980, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por su sigla en inglés). A comienzo de los 90, los médicos hallaron cómo detectar el virus en la sangre.
Pero la infección crónica de hepatitis C, según los CDC, sigue siendo un problema grave de salud pública. Entre el 75 y el 85 por ciento de las personas infectadas con hepatitis C desarrolla una infección crónica, que puede causar una enfermedad hepática, como cirrosis y cáncer de hígado.
La hepatitis C es la causa de un tercio de los trasplantes hepáticos anuales que se realizan en Estados Unidos.
Se estima que 3,2 millones de estadounidenses tienen hepatitis C crónica y la mitad lo desconoce, ya que al principio la enfermedad no produce síntomas.
Para Hickman, una pregunta para los próximos estudios sería si su tratamiento en consumidores de drogas inyectables permitiría controlar la transmisión.
FUENTE: Addiction, online 25 de mayo del 2011