¿Violaciones de las normas? ¿Insuficiente transparencia e integridad? ¿Resultado de un proceso de acoso? ¿Intento de cercenar los derechos ciudadanos con argumentos amparados en normativas que no existen?
Todas estas interrogantes se formulan en estos días tras conocerse que la representante del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Valerie Julliand, informó que los contratos del coordinador de la Oficina de Desarrollo Humano (ODH) del PNUD, Miguel Ceara-Hatton y el coordinador de los Informes Provinciales de Desarrollo Humano de dicha organización, Pavel Isa, no serían renovados “debido, principalmente, a que los dos consultores incumplieron de manera reiterada las normas relacionadas con declaraciones públicas que pudieran comprometer la independencia e imparcialidad de la Organización”.
Los investigadores rebaten este criterio con los argumentos de que sus informes sirven de trabajo a los funcionarios y para constatar dónde están los errores, aunque advierten que Julliand les acusa de trabajar con partidismo.
Para el economista Pavel Isa Contreras la cancelación se debe a sus análisis críticos en el debate público sobre temas de interés nacional.
Más allá de las expresiones de solidaridad de sectores sociales y profesionales y de los criterios de una y otra parte, resulta muy serio pensar que una institución como el PNUD intente “acallar los informes del equipo que ambos coordinan”, porque cuestionan «el orden político, económico y social», del país.
Si se tiene en cuenta que las acciones del PNUD “están enmarcadas dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), con particular énfasis en la reducción de la pobreza… en el fomento de alianzas para el desarrollo y en la promoción del paradigma de Desarrollo Humano”, no hay duda de que se crea “un mal precedente para los trabajos de investigación social con independencia y autonomía en el país».
Claro que la población dominicana tiene todo el derecho a una información abierta sobre políticas sociales, capacidades y derechos en general y más allá de diferencias y divisiones internas, lo que prima es la medición de las consecuencias y afectaciones de este debate para una sociedad que necesita, más que todo, posicionarse y ver resultados, no más contradicciones.