Recordar a Sábato

Se nos fue del mundo físico el autor de El Túnel, Antes del Fin, La resistencia, Heterodoxia y Sobre héroes y tumbas, por sólo nombrar algunas de sus obras. Allí, en su casa de Santos Lugares, una bronquitis fue el pretexto de la parca para llevarse al prolífico escritor, premio Miguel de Cervantes y director de la CONADEP (Comisión Nacional contra la Desaparición de Personas), “organismo que por primera vez puso al descubierto los crímenes de lesa humanidad ocurridos en la Argentina durante la dictadura”.

Sus seguidores esperaban el centenario, pero Ernesto Sábato murió a los 99 años, tras una larga trayectoria como novelista, ensayista, físico y pintor aficionado. La Feria del Libro por el Instituto Cultural de la provincia de Buenos Aires iba a homenajearlo.

Fueron lustros de “afanosa búsqueda de sí mismo”, de convivencia con sus personajes, donde “el hombre y el escritor eran, después de todo, una única e indestructible realidad”. Su ausencia marca un antes y un después- no de haberse ido-, sino de haberle conocido. Queda su obra, es cierto, pero de muchas maneras la nostalgia bonaerense se inocula en las almas de quienes conocieron, o al menos se acercaron un poco al hombre de militancia juvenil, que en 1934 participó en Bruselas en el Congreso Internacional contra el Fascismo y la Guerra y contribuyó a fortalecer “ese prestigio de gran humanista y de defensor inclaudicable de los derechos individuales que lo acompañó durante toda su vida”, plena de amor, dolor, pasión, silencios, palabras y verdad.

Cientos de personas velaron los restos del escritor y hubo expresiones como las de: “Se fue el más grande" y "la Argentina pierde un baluarte del pensamiento humanista, pacifista y racional". Sin duda, El escritor y sus fantasmas caminan hoy otras sendas y de igual manera marcan las pautas que deben seguir muchas generaciones más antes de unírseles algún día…

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