A pesar de todo…

Según las estadísticas que resumen las muertes ocurridas en el período santo de la Semana Mayor, hasta el momento las cifras son mínimas en relación con otros países de la región. Los fallecimientos se han reducido -dicen las autoridades-, en los últimos nueve años, aunque hablar de 12 (nueve de ellos por accidentes de tránsito, dos por intoxicación alcohólica y uno por ahogamiento) y 90 heridos más que en el pasado año, tal y como informó el Centro de Operaciones de Emergencias (COE), siguen siendo pérdidas muy altas y costosas, sobre todo si se piensa en el sufrimiento que provoca en una familia el deceso de uno de sus integrantes.

El alto consumo de alcohol sigue siendo la mayor causa de muertes en Semana Santa y en Navidad. Precisamente, de las más de 300 personas que resultaron afectadas hasta el momento de redactar estas líneas, hay una veintena por ingerir en exceso bebidas alcohólicas; otras, en mayoría, se debieron a los accidentes de tránsito y decenas por intoxicación alimenticia, además de otro por ahogamiento.

La Defensa Civil, que cuenta ya 46 años de labor en República Dominicana,  ha desarrollado grandes experiencias y esta trayectoria ha estado matizada por sus responsabilidades, lo que pudo constatarse en esta Semana Santa, donde las entidades e instituciones comprometidas con la seguridad ciudadana cumplieron con sus responsabilidades. Habría que señalar aquí la necesidad de un desarrollo mayor de la conciencia individual de cada dominicana y dominicano, cuyas precauciones  podrían impedir que ocurrieran esas cantidades de accidentes, si se respetaran las leyes, del tránsito, por ejemplo.

Muy oportuna fue la medida propuesta por las autoridades de sancionar a los padres que permitieran a sus hijos  ingerir bebidas alcohólicas, sentida causa de fallecimientos de menores en períodos anteriores.

Las experiencias de otros momentos deben servir para evitar males mayores en el presente. Hora es ya de enriquecer la razón y de convertir días de reposo y recogimiento en verdaderas horas felices, no de lutos y llantos que pudieron evitarse.

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