La Habana

Antes que nada cabe aclarar que, al igual que casi todo lo que escribo en este blog, lo siguiente es un relato de algo que yo viví y no pretende ser nada más que eso. No es una crítica ni una generalización sobre lo que se puede o no se puede encontrar en Cuba.

Antes de empezar, algunos datos de base para entender mejor lo que sigue:
Hay dos monedas en Cuba: la Moneda Nacional para los cubanos (MNN) y el Peso Convertible para los turistas (CUC que equivale a casi 1 euro). 1 CUC = 24 MNN. Un cubano tiene un sueldo promedio mensual de  360 MNN, que son como 15 CUC. Hay lugares para comprar sólo en MNN (esos siempre tienen una cola larguísima) y lugares donde se compra en CUC. Las botellitas de agua SOLO se venden en Peso Convertible y cuestan 1 CUC. O sea que en los lugares de comida donde sólo venden en MNN no hay agua, lo que hay son refrescos y una bebida que sabe a sirop de yunyun de limón y cuesta 1 MNN. El papel de baño, el jabón, desodorante, pasta de dientes, etc. también se venden en CUC. Es muy raro encontrar un restaurante con servilletas o con papel en el baño. Por otro lado, para alojarse en La Habana hay hoteles y hay Casas Particulares, que son casas de cubanos donde los dueños las habilitan y alquilan habitaciones. Es ilegal para un cubano dejar dormir a un extranjero en su casa, al menos que esté inscrita como Casa Particular, las cuales pagan como 200 CUC de licencia al mes, sin importar que hayan tenido huéspedes o no. Alquilar una de estas habitaciones cuesta 25-35 CUC por noche.

En noviembre de 2008 estuve una semana en la Habana con 2 amigos y me encantó, aunque no es nada como yo me lo imaginaba. Pensé que iba a encontrar algo casi igual a RD en cuanto a ambiente y comida, pero nada que ver. Para empezar, los primeros cuatro días estuvo nublado, fríooo y con una brisa fortísima. Era todo gris. Yo estaba confundida. Además la Habana Vieja es surrealista. Parece una ciudad abandonada hace décadas que ha sido repentinamente ocupada por gente moderna. Y la gente no está muy contenta. Desde que llegué tenía ganas de escuchar son cubano en algún lugar y lo único que enconté fueron: unos tipos con dreads por la calle con un radio oyendo reggae, un taxista oyendo Aventura, y una cafetería donde tenían a Bryan Adams. Yo seguía confundida. Pero un día caminando, frente a un parque, escuchamos música a lo lejos y nos acercamos a averiguar. Había unos grupos de música cubana ensayando en un local que era un antiguo cine. El cantante de uno de los grupos nos llevó a bailar son en una discoteca subterránea a las 5 pm de un lunes… y estaba LLENA y con muy pocos turistas. La cantante tenía un aire de Celia Cruz.

Lo que más me gusta hacer cuando viajo es camuflarme entre los locales, ir donde vayan menos turistas, ir al supermercado a ver qué venden de especial, y probar todos los platos típicos de cada lugar. Todo empezó muy bien. Con unos aretes de argollas y tratando de esconder mi acento, me hacía pasar por cubana fácilmente, hasta que sacaba mi camarota o hasta que se pararan al lado mis dos amigos rubios que más pinta de turistas no podían tener. En cuanto a lo de la comida… comer fuera de casa en Moneda Nacional no es comer muy bien. En los supermercados no encontré casi nada. Y en la calle… bueno, veamos:

El primer día, al mediodía, me puse a ver la gente pasar y vi a muchos que en la mano llevaban unos panes amarillos o unas masas de harina redondas dobladas por la mitad, y enseguida me puse a averiguar entusiasmada qué eran y dónde podía comprar de eso para probarlo. Eran sanwiches de jamón y "pizzas" dobladas en dos, con media cucharadita de "agua" de tomate, y uno se queda buscándole dónde es que está el queso. Cuestan 10 MNN (o sea como RD$ 20) y las venden en todas las esquinas. En la calle un plato de arroz y carne sólo se vende en restaurantes en CUC (cuesta entre 4 y 8 CUC) y me di cuenta que normalmente los hay sólo en zonas turísticas. Siempre me agarraba la hora de almorzar o cenar en una zona no turística donde era prácticamente imposible encontrar algo sustancioso y ya al tercer día estaba ya harta yo del pan amarillo ese y de la pizza (aunque ahorré mucho dinero comiendo así). Pero pasé mucha sed. Yo lo que quería era una botella de agua, ¡y no aparecían! Sólo me tocaba beber "sirop" con sabor a limón.

En la semana que estuvimos allá cambiamos 3 veces de casa y de barrio. Los primeros 3 días estuvimos en una casa particular en Habana Vieja (la Zona Colonial). Los 2 días siguientes estuvimos en una casa particular en el sector El Vedado (cerca de la calle La Rampa donde están todos los cines). La dueña de la casa se estaba iniciando en la Santería y tenía que andar vestida de blanco por un año.

La tercera casa era prestada, no particular, y quedaba en el sector Miramar (por donde están las embajadas). Esta casa, al contrario de las otras, tenía inodoro con tapa. ¡Yupi! La dueña era una periodista nicaraguense que salió de la ciudad unos días, amiga de un tío de uno de mis compañeros de viaje, y nos dejó la casa. En las casas particulares te ofrecen desayuno por la mañana: pan, huevo, frutas, jugos naturales. Como en la tercera casa no habíamos comprado comida, salimos por la mañana a encontrar sitio donde desayunar. Era un barrio muy distinto a los otros, aparentemente donde viven muchos extranjeros, así que pensé que quizás podía aparecer algo diferente. Encontramos una cafetería grande y entramos. ¡Habían servilletas! Había un menú variado pero antes de leerlo el mesero se acercó y nos dijo "Sólo tenemos pizzas y sandwiches de jamón y queso". Qué sorpresa…

(Continuará…)

Compartir esta publicación:

WhatsApp
Facebook
X
LinkedIn
Pinterest

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *