¡Mineros salvados!

De terreno árido nacieron frutos, sobre todo esos que coronal el amor, la solidaridad y la esperanza.

Cuando la perforadora T-130 llegó al taller de los mineros, sepultados bajo la tierra chilena desde el 5 de agosto pasado, el mundo entero comenzó a sentir suyas las escenas de alegría y felicidad de familiares y amigos, al conocer que al fin la dramática situación tendría un final feliz.

Decir minería en Chile es hablar de una industria nacional de esa nación hermana y este accidente motivó, durante más de 60 días, las conciencias universales que acompañaron cada excavación en la operación del rescate.

Un verdadero milagro resultó que pudieran las perforadoras atravesar los aproximadamente 624 metros hasta donde se hallaban los mineros y traerlos a la superficie; se habla de una distancia similar a la que mediría nueve veces la torre Eiffel.

Ha sido esta una etapa larga, de emociones, algunas preciadas, otras que hicieron romper los alientos y hasta sentir el pesimismo de no saber cuándo , ni por cuánto tiempo más seguirían los treinta y tres mineros sobreviviendo estos largos días de confinamiento.

Acontecimiento histórico constituye este rescate, esperado por cientos de familiares y personas cercanas y lejanas desde todas partes del orbe. El campamento La Esperanza no pudo tener mejor nombre. Hubo un entusiasmo desde afuera que penetró las distancias áridas del terreno y alcanzó cada uno de los 33 corazones.

Nueve toneladas diarias de tierra y polvo movieron los mineros, para que la excavadora pudiera llegar hasta ellos en las inmensas profundidades de su retención y la cápsula les elevara al mundo de afuera.

Octubre legó un hecho que mundialmente unió las almas hasta los más lejanos confines ¡Bienvenidos, hermanos mineros, desde la República Dominicana les abrazamos, muy fuerte!

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