A pesar de que la República Dominicana obtuvo el lugar 33 hace varios años entre los países que más aéreas verdes posee, hoy en día se desconoce con exactitud en que posición se encuentra, ya que las constantes mutilaciones de las aéreas verdes, constituyen uno de los principales problemas de la nación, debido al otorgamiento de cientos de concesiones mineras y el llamado proceso de desarrollo urbano.
En los últimos años, en el proceso de desarrollo de una “ciudad posible y de la competitividad”, ejecutada por los gobiernos municipales, se han utilizados métodos no favorables para la naturaleza con el propósito de hacer crecer el sector turístico, urbanístico y transportes de cara a los nuevos tiempos.
La equivocada visión de una metrópoli o región turística competitiva, ha provocado que decenas de aéreas verdes sean reducidas y otras desaparecidas por el auge de la explotación minera y la oferta de vender a Santo Domingo como un puerto turístico de excelencia.
Según científicos y ambientalistas de la UASD y otras universidades del país, una de las ciudades que más ha sentido los embates y la furia del calor es la metrópoli de Santo Domingo, debido al desmonte de cientos de árboles, tras el paso del proceso de modernización de los diferentes ayuntamientos que posee la provincia de Santo Domingo.
Durante el pasado período municipal 2006-2010, encabezado por el actual alcalde de la ciudad de Santo Domingo, Roberto Salcedo, decenas de movimientos sociales y populares rechazaron la política de arborización de la alcaldía, ya que se basaba en la sustitución de árboles frondosos por palmeras, como forma de embellecer la metrópoli.
Según especialistas en el área de medio ambiente, el proceso de arborización del ADN, ha provocado un aumento significativo en los grados de los niveles de calor en la ciudad. Esta situación también ha ido agravándose con las contantes mutilaciones de las aéreas verdes del centro de la ciudad, como el Centro Olímpico Juan Pablo Duarte para la construcción de las dos líneas del Metro de Santo Domingo y el Corredor Duarte.
Hoy en día, los dominicanos que residen en la ciudad de Santo Domingo, son víctimas del desafortunado proceso de modernización y la ilusión de una “cuidad posible”, ya que a diario la población es atormentada por la insoportable ola de calor.
Las pocas sombras existentes en las principales avenidas de la ciudad debido a la falta de árboles frondosos, sustituidos por palmas, no fue una buena estrategia, ya que de una manera u otra era el equilibrio para mantener una temperatura agradable en la ciudad de Santo Domingo.
“Desde 1985, en que se adoptó el Convenio de Viena para la protección de la capa de ozono, que fue seguido por varios acuerdos internacionales (protocolo de Montreal en 1987 y enmiendas de Londres, 1990; Copenhague, 1992; 1995 y Montreal, 1997), se ha logrado un recorte sustancial en la producción de los famosos CFCs (compuestos clorofluoro carbonados), principales responsables de la destrucción del ozono”.
Un día como hoy, 16 de septiembre, el mundo conmemora el “Día Internacional de Protección de la Capa de Ozono”, instituido en 1995, por las Naciones Unidas para sensibilizar sobre este problema a la opinión pública, ya que el cuidado de los árboles es crucial para el proceso de limpieza de la atmósfera de los compuestos clorofluoro carbonados sea efectivo.
Para Ecologistas en Acción, sin embargo, la destrucción de la capa de ozono sigue adelante y en efecto, las concentraciones estratosféricas de cloro y bromo, derivadas principalmente de los CFCs, HCFCs, ha lones y bromuro de metilo (BrMe), continúan en aumento y sólo empezarían a disminuir en el año 2000, pero esa predicciones fueron echadas al olvido, ya que la humanidad no ha realizado los ajustes necesarios para detener el deterioro progresivo de las capa de ozono.
La erosión de la capa de ozono continuará, siempre según previsiones, en tanto los niveles estratosféricos de cloro y bromo superen un umbral crítico. Se calcula que el nivel de cloro estratosférico considerado seguro no se alcanzará hasta mediados del siglo que viene, si se cumplen los compromisos internacionales.
Según los científicos esto se debe a que la cantidad ya emitida de estos compuestos sigue y seguirá ejerciendo sus efectos durante muchos años. Pero además, los convenios internacionales no han eliminado aún la producción de los compuestos que destruyen la capa de ozono. En concreto, las sustancias conocidas como HCFCs (hidroclorofluorocarburos) y el BrMe (bromuro de metilo) podrán seguir fabricándose y usándose masivamente hasta bien entrado el siglo que viene.
Los efectos de este uso son un retraso en la recuperación de la capa de ozono, con el consiguiente aumento de la radiación ultravioleta sobre la superficie terrestre, lo que implica mayor número de cánceres de piel, cataratas, debilitamiento del sistema inmunitario de los seres vivos, reducción de la productividad vegetal, etc.
Para Ecologistas en Acción, los HCFCs fueron desarrollados por la industria de los CFCs como sustitutos de los mismos cuando se hizo evidente el efecto destructor del ozono de estos últimos.
Los HCFCs también destruyen la capa de ozono, aunque menos que los CFCs, y contribuyen al calentamiento terrestre, por lo que no son buenos sustitutos de los CFCs. Debido a ello, la última enmienda del protocolo de Montreal, acordada hace dos años en Montreal, prevé el fin del consumo de HCFCs de nueva producción para 2015 en los países desarrollados, y la eliminación en todo el mundo de la producción para 2040.
La razón de estos plazos tan largos para la eliminación de unas sustancias probadamente nocivas no es otra que las presiones de la industria química, que quiere recuperar las inversiones ya realizadas o planeadas para fabricar HCFCs. La industria arguye la inexistencia de sustitutos válidos para ciertos usos de los HCFCs, pero esto no es cierto en la mayoría de los casos, donde existen ya o podrían desarrollarse en pocos años sustitutos adecuados.
El beneficio privado de unas pocas multinacionales ha conseguido, por el momento, prevalecer sobre la protección de la salud pública, que ya está siendo afectada por la desaparición del ozono protector de la estratosfera.
La historia del BrMe es bastante similar. El BrMe es un biocida de amplio espectro, usado principalmente en agricultura (en cultivos hortícolas, en especial fresa y tomate). Ya ha sido prohibido en algunos países, como Holanda y Dinamarca, no solo por su capacidad de destruir la capa de ozono, sino por su carácter contaminante del agua.
El uso agrícola del BrMe puede sustituirse por técnicas mucho menos impactantes (solarización, control biológico de plagas, rotaciones de cultivos, abonado orgánico, etc). Para Ecologistas en Acción el agricultor debería considerar que la desaparición del ozono tiene un efecto perjudicial sobre los cultivos, y no debería sacrificar la producción futura por usar un método de control de plagas como el BrMe, efectivo a corto plazo.
Según la enmienda de Montreal (1997), el uso y producción de BrMe debe terminar en los países desarrollados en 2005 y en los países “en vías de desarrollo” en 2015 (con posibles excepciones para “usos esenciales”).
La industria del BrMe ha luchado y lucha denodadamente por retrasar el final del uso de esta sustancia, presentándose como defensora de los agricultores y de los países pobres. Una iniciativa de la Comisión Europea para adelantar la prohibición del BrMe a 2001 no ha salido adelante, por presiones de países como España, fiel defensora de los intereses de los bromuradores. La agricultura española es una consumidora importante de este compuesto, ocupando el segundo lugar en la UE tras Italia (unas 4.000 toneladas en 1995, es decir, del orden de un 5% del total mundial); casi la mitad de ellas se usan en Huelva (fresón) y Murcia (pimiento).
La investigación científica ha puesto de manifiesto que cuanto mas se tarde en prohibir el uso de los HCFCs y del BrMe, más tiempo tardará en repararse la capa de ozono, y durante más tiempo estarán los seres vivos expuestos a un aumento de las radiaciones ultravioletas, con los consiguientes efectos negativos. Además, recientes investigaciones sugieren que el aumento de emisiones de gases de invernadero está influyendo también indirectamente en la des
Un grupo de especialistas en salud y ambiente ha elaborado una lista anual con los diez lugares más contaminados del mundo.
Los expertos, bajo el auspicio del Instituto Blacksmith, determinaron cuáles son los sitios más peligrosos para la salud humana, en especial para los niños, debido a sus elevadas concentraciones de productos contaminantes y tóxicos.
Las menciones son realmente preocupantes; ojalá que nunca tengamos que ver al Riachuelo o a Gualeguaychú, por ejemplo, en esta lista.
Los diez lugares más contaminados del mundo, en orden alfabético, son los siguientes:
Chernobyl (Ucrania): El mayor desastre nuclear de la Historia dejó secuelas tremendas y más de 80 mil víctimas directas e indirectas. La radiación emitida superó en más de cien veces a la de Hiroshima y Nagasaki; la ciudad debió ser evacuada y abandonada, convirtiéndose en un pueblo fantasma. Una zona de exclusión de 30 kilómetros permanecerá inhabitable durante siglos.
Poco después del accidente, el reactor fue recubierto con un “sarcófago” de cemento diseñado para absorber la radiación. Sin embargo fue sólo una solución temporal que no durará más de otros 10 años y ya se está trabajando en nuevas medidas de contención. La mayor preocupación es el material atrapado dentro de la central nuclear. En caso de producirse un nuevo accidente, más de 100 toneladas de uranio y otros materiales radiactivos podrían liberarse con consecuencias imprevisibles.
Dzerzhinsk (Rusia): En esta ciudad rusa situada a 400 km al este de Moscú, se instaló durante la Guerra Fría una planta soviética destinada a la fabricación de armamento químico, incluyendo los gases Sarin, VX y otros de altísima toxicidad y efectos prolongados. Las emanaciones químicas de la planta industrial afectaron a la población local, no sólo durante los años de su funcionamiento sino también mucho después de su cierre debido a una inadecuada gestión de los desechos. Se estima que entre 1930 y 1998, más de 300 mil toneladas de desperdicios químicos altamente tóxicos fueron arrojados sin aplicarles el tratamiento apropiado para reducir su peligrosidad. La expectativa actual de vida en Dzershinsk es de 42 años para los hombres y 47 para las mujeres.
Haina (República Dominicana): La populosa región conocida como Bajos de Haina está contaminada con emanaciones de plomo, provenientes de la planta de reciclado de baterías para automóviles Metaloxa, cerrada en 1997. Sus niveles tóxicos de plomo son los más elevados del mundo, con trágicas consecuencias: las malformaciones congénitas, lesiones oculares y desórdenes neurológicos son dolorosamente frecuentes en los niños del lugar. Luego de cerrar la planta de reciclado en Haina, la empresa Metaloxa se trasladó a una ciudad más pequeña, en donde continúa contaminando el ambiente.
Kabwe (Zambia): Kabwe es la segunda ciudad más importante de Zambia después de su capital, Lusaka. Forma parte del cinturón minero que representa la principal riqueza de ese país africano. En 1902 se descubrieron importantes yacimientos de plomo y otros minerales como cinc, plata y manganeso. La intensiva explotación dio como resultado la contaminación del agua de la región con plomo y otros metales pesados. Se calcula que los niños de Kabwe poseen en su sangre una concentración de plomo entre 5 y 10 veces superior a la máxima aceptable. El gobierno de Zambia comenzó a tomar medidas para reducir el grado de contaminación recién a partir de 1994, con escasos resultados hasta ahora.
La Oroya (Perú): Desde el año 1922, los niños y adultos de esta ciudad peruana han estado expuestos a las emisiones nocivas de una fundición propiedad de la corporación estadounidense Doe Run. Los principales contaminantes detectados son plomo, cobre, cinc y dióxido de azufre. Las emisiones de este último producto químico son diez veces superiores a lo aceptado por la Organización Mundial de la Salud. Los niveles de plomo en la sangre de los niños de hasta seis meses de edad son tres veces superiores a la máxima aceptada, acarreando graves consecuencias sanitarias. La corporación Doe Run es la principal generadora de puestos de trabajo de la región y ha utilizado sus influencias para acallar las voces que denuncian la contaminación del agua y los suelos debido a su actividad.
Linfen (China): La provincia de Shanxi es el núcleo de la enorme y creciente industria china del carbón, produciendo las dos terceras partes del carbón del país. Su capital, la ciudad de Linfen, es el lugar más contaminado de esa provincia; sus habitantes literalmente se asfixian con el humo del carbón. La demanda de este producto ha provocado la proliferación de centenares de explotaciones mineras ilegales que descuidan por completo las más mínimas normas de salubridad. Para empeorar las cosas, el agua potable es un bien escaso en la región y es críticamente racionada: la ciudad de Linfen apenas posee agua corriente durante algunas horas al día. La gente debe recurrir a aguas contaminadas con arsénico, con las obvias consecuencias negativas para su salud.
Mailuu-Suu (Kirguistán): Durante el apogeo de la Unión Soviética, en esta localidad de Asia Central funcionaba una planta de procesamiento de uranio. Entre 1946 y 1968 se procesaron más de diez mil toneladas métricas de uranio, que entre otras cosas fueron utilizados en las primeras bombas atómicas. Tras la caída y desmembramiento de la Unión Soviética, la planta fue abandonada, dejando tras de sí más de 1.96 millones de metros cúbicos de desechos radiactivos. Los casos de cáncer de Mailuu-Suu duplican al promedio del resto del país. La actividad sísmica de la región supone una amenaza constante que podría provocar la dispersión de esos desechos, con serios riesgos de contaminar con radiactividad al cercano valle de Ferghana, uno de los más fértiles de Asia Central.
Norilsk (Rusia): En plena Siberia, sobre el Círculo Polar Artico, la ciudad industrial de Norilsk fue fundada en 1935 con el objeto de convertirla en un campo de trabajos forzados. La presencia de abundantes yacimientos de níquel y cobre y su explotación indiscriminada contaminaron la región hasta límites intolerables: la nieve es de color negro y el aire huele a azufre debido a la contaminación con sustancias tales como metales pesados (níquel, cobre, cobalto, plomo, selenio) óxidos de carbono y nitrógeno, fenoles y sulfuro de hidrógeno. La mortalidad infantil es la más elevada del país: el 15.8% de las muertes de niños rusos se producen en Norilsk. En esta ciudad está completamente prohibido el ingreso de extranjeros, al igual que en otras 89 ciudades en donde el secreto soviético continúa vigente.
Ranipet (India): En esta pequeña población del sur de la India, la negligente actividad de las curtiembres a lo largo del tiempo ha generado una enorme cantidad de desperdicios venenosos que provocan ulceraciones en la piel de la gente del lugar, especialmente en niños y ancianos. Más de un millón y medio de toneladas de desechos tóxicos, en su mayoría productos derivados del cromo, se han acumulado a lo largo de veinte años a cielo abierto, provocando la contaminación irreversible de las aguas locales, además de serias complicaciones sanitarias a sus habitantes. Las tierras para la siembra han sido arruinadas por la contaminación con cromo, aumentando todavía más el hambre y la pobreza de la zona.
Rudnaya Pristan (Rusia): Otro caso severo de contaminación con plomo. La industria del plomo ha sido la principal fuente de trabajo y de ingresos de esta ciudad ubicada sobre la costa del Océano Pacífico oriental, desde el año 1930. El descontrol absoluto sobre los desechos minerales -especialmente, plomo y arsénico- ha causado la contaminación del agua y las tierras locales. Lo más grave es que los pobladores de Rudnaya Pristan están totalmente desinformados e ignoran por completo los riesgos y consecuencias de su situación. Por ejemplo, es frecuente encontrar jardines en donde se utiliza como macetas a viejas carcazas de baterías de submarinos.
El municipio de Haina, catalogado como uno de los lugares de mayor contaminación en el mundo, además de ser una bomba de tiempo ante el peligro a que está expuesta la población, es una amenaza constante a la salud de su gente por la contaminación que causan decenas de empresas e industrias instaladas en esa demarcación. Así se expresa el diputado Juan Benito Reyes Brito, quien se queja por la falta de atención al problema.
El municipio de Haina, además de ser una bomba de tiempo ante el peligro a que está expuesta la población, es una amenaza constante a la salud de su gente por la contaminación que causan decenas de empresas e industrias instaladas en esa demarcación.