Entre anécdotas, temas musicales y sonrisas – esa sonrisa que refleja toda una filosofía de la vida-, transcurrieron los diálogos con Rhina Ramírez, resumidos en una sentencia muy suya: “Sean felices, para eso fue que Dios nos mandó a este mundo”.
La intérprete de Peregrino reveló cada momento de su vida artística, desde aquel día en que el doctor Manuel Sánchez Acosta la descubrió y se inició en un Telemaratón en Rahintel, a favor de la lucha contra el cáncer: “Fui, canté y al terminar la canción me llamaron varios compositores. Sánchez Acosta me invitó a su programa y me dio a conocer”.
A la interesante trayectoria de quien ha sido catalogada como una de las más importantes voces de la cancionística dominicana, se suma el nombre de la imperecedera Casandra Damirón, "La Soberana de la Canción": “Una mujer extraordinaria, no sólo para mi, sino para muchos artistas del país. Gracias a ella se promovieron géneros dominicanos en el mundo. Casandra era una gran artista y fue ella quien me puso a cantar Mandé, un tema folclórico de Sánchez Acosta que ha dado la vuelta al mundo”.
Y de improviso, su voz se alza electrizante y bella, en un Mandé que sólo Rhina Ramírez puede interpretar con tanta fuerza y proyección vocal.
El premio mayor
Galardones, estímulos y reconocimientos se impregnan a cada paso de la artista que ha cantado en diferentes idiomas del mundo. Sin embargo, la sensibilidad de su expresión aflora con gran orgullo cuando afirma que, sin lugar a duda, la mayor premiación ha sido el cariño del público y esas experiencias logradas en el escenario.
Insiste en considerar que la realización interior más alta la alcanza cuando interpreta Peregrino, tema con el cual ganó en el Tercer Festival de la Canción Dominicana en 1970.
Pero, hay un momento excepcional para esta diva de la canción romántica, ese en que mereció el más alto galardón para los artistas dominicanos, el Casandra Especial en el XXV Ceremonial, entregado por la Asociación de Cronistas de Arte (ACROARTE), quien destacó sus méritos y reconocimiento como una de las mejores intérpretes de la canción dominicana, con proyección internacional de gran impacto que le ha llevado a escenarios de naciones como Venezuela, Brasil, Colombia, México, Puerto Rico, Francia, España, Estados Unidos y varios países de Oriente Medio; así como la obtención del Dorado por su destacada labor en el extranjero.
“Recibir el premio de mi amiga Casandra fue un gran honor. No puedo decirles cómo me sentí. Imaginen que yo participé en la entrega del primero y entonces me correspondió recibirlo en el 25 aniversario de estas premiaciones. Debo revelar que resultó algo muy grandioso en mi vida”.
De hablar mesurado y directo, esta mujer nacida en Las Matas Farfán no limita su excelso romanticismo, a través del cual prioriza el bolero y la balada, en cuya voz adquieren una exquisitez singular. Es el caso de Sígueme, de Manuel Troncoso, Saona y Paraíso Soñado de Manuel Sánchez Acosta y Amor, tu amor de Bullumba Landestoy.
Entre sus producciones musicales, se destaca la que realizara el compositor dominicano Mario de Jesús, titulada Rhina en México.
A su espontaneidad y nobleza se integra ese concepto de familia que enriquece la proyección ética que le ha distinguido. La imagen del padre se erige como el ser que se ocupó en inculcarle ese gusto por el arte.
Su despedida transcurre como la llegada: sonríen los ojos y la expresión se explaya: “No se olviden de ser felices, que para eso Dios nos mandó a este mundo. Es muy importante apreciar y vivir con lo que tengan”.