El Centro de Estudios Sociales Padre Juan Montalvo externó su preocupación ante la ausencia de señales concretas por parte del gobierno que revelen las políticas a implementar para afrontar la actual crisis económica, y para fomentar el desarrollo sostenido que se refleje en la calidad de vida de la gente.
Ante el preocupante contexto actual nacional, la población espera que el presidente Leonel Fernández, propuestas concretas de políticas públicas en materia energética, de salud, educación, agua potable, seguridad social y vivienda.
La gente aguarda señales: estrategias que trasciendan los cambios de mandos, que superen el centralismo, que sobrepasen la barrera de quién ocupa el cargo y fortalezcan las instituciones.
Al arribar al inicio del segundo año del actual gobierno, el Centro Montalvo observa como la realidad dominicana se recrudece ante el desplome de los indicadores macroeconómicos proyectados por el oficialismo para este 2009.
En este sentido, nos preocupa que la economía nacional apenas creció un 1.4 por ciento durante el primer semestre del año, en contraste con el 3 por ciento que se proyectó para la totalidad del 2009, es decir, a la fecha no se ha conseguido ni la mitad de lo que el gobierno tenía previsto en esta materia.
Según la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), los ingresos tributarios han caído para el primer semestre en un 4.5 por ciento en comparación con el año pasado.
Además, el Banco Central revela que la tasa de desempleo es de 14.2 por ciento y que aún el 57 por ciento de la población ocupada pertenece al sector informal, con todas las implicaciones que esto tiene en materia de protección social para las familias.
Este crecimiento del sector informal continúa acompañado de un régimen contributivo-subsidiado que camina sumergido en arena movediza y en la espera de la incorporación de los nuevos 500,000 afiliados, prometidos en la pasada “cumbre de las fuerzas vivas”.
Esta situación compleja, contradictoria, con apariencias de zonas paradisíacas rodeadas de marginalidad vergonzante, realidad conocida por las actuales autoridades gubernamentales, se agudiza por los temblores macroeconómicos anteriormente expresados y merecía la tan esperada presencia de nuestro presidente en el primer año de su renovado gobierno. Si bien no hay ley que lo obligue, existe un pueblo ansioso de soluciones, pero no de remedios mesiánicos que centran las soluciones en cambios de personajes.
Asimismo, la sociedad civil espera indicaciones claras, concretas, ahora que estamos en la víspera de la formulación del presupuesto 2010. Este es el momento para presentar programas, proyectos, planes a largo plazo amparados en la Estrategia Nacional de Desarrollo definida dentro de la ley 498-06 que no acaba de despegar.
La ocasión es propicia para una reorientación del presupuesto 2009 hacia educación, salud, seguridad social, agua potable y vivienda. Es el momento de asignar los RD$4,000 millones consignados en la referida cumbre para educación y sentir en términos reales ese compromiso exhibido por el mandatario en el discurso del primer día de clases con tan importante sector.
Es hora ya de asignar los recursos para cumplir la promesa de los nuevos afiliados al régimen subsidiado en seguridad social y caminar hacia el inicio del régimen contributivo subsidiado. Es imperante una propuesta de política pública en materia de vivienda que proteja a la población vulnerable que expone su vida y sus bienes en cada temporada ciclónica.
Entendemos además que, junto a la ejecución pendiente del presupuesto 2009, es oportuna y necesaria la estructuración de un presupuesto para el 2010 que priorice la inversión social, ante el precedente de un 2008 bajo la sombrilla de una “economía blindada” que no blindó la inversión social.
La misma debe ser orientada a reducir a cero ese vergonzante 42 por ciento de hogares viviendo en pobreza, en plena era del Metro de Santo Domingo, cuando la población dominicana continúa destinando el 17 por ciento de sus ingresos a transporte.
También llamamos la atención del Ejecutivo frente a la insuficiente inversión en vivienda del año pasado de un 0.47 por ciento del PIB, cuando el 65 por ciento de las casas dominicanas siguen techadas de zinc, en un país expuesto a los fenómenos atmosféricos durante seis meses de cada año.
Por último, recordamos que la suma de precariedades que integran esta realidad ha sido denunciada por activistas sociales en las más de 50 manifestaciones exhibidas en el pasado mes de julio, reclamando la solución a problemas cotidianos, al parecer tan simples como tener agua en su hogar o una carretera asfaltada.