La escuela Puerto Isabela, en el Hoyo de Chulín, del sector Cristo Rey, del Distrito Nacional, podría quedar sepultada en cualquier momento por un derrumbe de tierra. Por este temor de estudiantes y sus padres, es que la docencia todavía no inicia en ese centro educativo.
Ese centro de enseñanzas fue construida al pie de un barranco, de unos 50 pies de alto, y el año pasado ocurrió un movimiento de tierra de varios metros que llegó hasta las puertas de las aulas, pero no hubo daños materiales ni humanos.
Los padres del sector se niegan inscribir sus hijos en la escuela Puerto Isabela, y los ya matriculados han desistido de asistir a recibir las clases. El centro educativo tiene capacidad para al menos 1,000 alumnos, pero este año sólo se inscribieron 500.
Pese a que el año escolar inició el pasado día 17, de 250 niños que deben asistir a la tanda matutina de la escuela Puerto Isabela; este viernes sólo lo hicieron tres estudiantes.
Los profesores y el personal de limpieza y seguridad se mantienen en el lugar sólo para cumplir con su obligación de trabajo. Las inscripciones siguen abiertas en la escuela Puerto Isabela.
El centro escolar presenta perfecta estructura física, recién pintado y con mobiliarios, como butacas, mesas y pizarras nuevas, pero persiste el temor de que pueda ocurrir una desgracia.
La dirección de la escuela y la junta de vecinos comunicaron la situación a la Secretaría de Educación y Obras Públicas, pero estas sólo se limitaron hacer un estudio de la situación y no han ofrecido una solución al problema.
Según el estudio, ordenado por Educación, para proteger la edificación se debe construir un muro en gaviones de 30 metros de alto por 50 de largo, cuyo presupuesto asciende a RD$20 millones, recursos del que alegadamente no disponen.
La profesora Angustia García tiene una semana tratando de motivar las familias del sector para que envíen los niños, pero estos ponen como condición que se construya el muro de contención.
Este lunes 24 de agosto, el personal docente tiene planeado iniciar las clases. Acordaron usar las aulas que están más retiradas del barranco, en las que ubicarán dos cursos por salas.
Los profesores reconocen que es un peligro trabajar en esas condiciones, pero dejan bien claro su interés en que el año escolar no se pierda por esa causa.
Por el riesgo que representa la instalación, un gran porcentaje de niños en edad escolar son enviados a centros privados y escuelas de otros sectores, lo que representa gastos que las familias no pueden sustentar.
Por ejemplo, el señor Nicolás Reyes, padre de dos hijos, los envió a una escuela de Invivienda, en Santo Domingo Este, donde viven parientes que asumieron el cuidado de los menores para que no pierdan el año escolar.
Reyes, quien dice entender algo de construcción, explicó que en cualquier momento puede ocurrir un derrumbe y sepultar la escuela.
En tanto los profesores están a la espera de una decisión de Educación, porque se encuentran en una disyuntiva entre si dan clase o no, porque las autoridades insisten en que se ofrezca docencia, pero los padres se niegan.
El riesgo mayor para este centro escolar, lo representa un complejo de apartamentos construido en la cima del barranco, los cuales podrían colapsar en caso que ocurra un deslizamiento de tierra.