Hay que reconocer que en el pasado los técnicos agrícolas obtuvieron en sus investigaciones aumentos en la productividad con nuevas variedades del arroz, el café, etc., pero en los años recientes han vuelto a caer y en los próximos será difícil mantenerla a los niveles actuales, salvo que la inversión pública, la investigación, los incentivos, la protección al campo y al verdadero campesino, lleguen a tiempo, acompañados de una forma inteligente de introducción de nuevas tecnologías. Esto último es de vital importancia ponerlo en ejecución de inmediato, porque transcurre el tiempo, es mayor el desaliento de los hombres del campo, menor la producción agrícola y agropecuaria y más hombres y mujeres se trasladan a las grandes ciudades en busca de una vida mejor, escuelas para sus hijos y salud para toda la familia.
Por consiguiente, es de necesidad que todos los dominicanos, unidos en la consecución de una misma meta, enfrentemos el reto de fortalecer, modernizar y proteger el sector agropecuario, de lo contrario, nos será imposible emprender un verdadero proceso de desarrollo económico en la próxima década. Aún estamos a tiempo, salvemos el país del caos de una hambruna total, porque sin agua y sin alimentos no hay vida, y ya los campesinos son más en las ciudades que en el campo. Urge una solución inmediata, porque con ellos también salvamos el turismo y valor del peso dominicano.
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