Presidente, no permita que lo ensangrienten

La sociedad dominicana sigue manejándose dentro de un escenario de inseguridad que pone a todos en situación de expectativas y casi de terror generalizado.

Quien mantenga contactos con dominicanos en el exterior podrá comprobar como estos expresan su temor de regresar, no sólo por los efectos de la crisis nacional y mundial, sino además, porque tienen la impresión de que aquí no existe la más mínima seguridad ciudadana.

Con compatriotas que he tenido la posibilidad de conversar en relación a la situación de seguridad, le he insistido en que posiblemente en el exterior se vende una imagen que tiende a dimensionar el peligro y que en definitiva, este es nuestro país y en el tenemos que vivir, tratando de acabar con los responsables de la inseguridad nacional y ciudadana.

El largo preámbulo lo hago para expresar mi indignación por el crimen cometido contra el joven estudiante de término de Derecho en nuestra Universidad Autónoma, Abraham Ramos Morel, quien cayó victima de una policía nacional que se constituye cada día más en una expresión de terror o banda armada al servicio de lo peor, a esta muerte han seguido otras con iguales características y también una campaña contra los crímenes policiales, la cual no debe detenerse hasta lograr el fin de las ejecuciones.

La muerte del joven Ramos Morel no puede ser vista como un hecho aislado, pues detrás de la misma han ocurrido otras cientos, esta es la continuación de la cultura del crimen policial. Los que durante años tuvimos que cuidarnos y hasta temerle a la PN por estar al servicio del régimen represivo de los 12 años de Balaguer, ahora tenemos cuidarnos nosotros y advertir a los allegados de cómo actuar frente a una patrulla policial, de cómo no pararse ante esta para evitar fusilamientos o macuteos.

La PN que hace varios días fusiló al estudiante Ramos Morel es la misma que fusiló a varios jóvenes en Moca y los cargaba en una camioneta cual carne para el mercado, es la misma que fusiló a varios chóferes en el Mirador Sur, la que fusiló a los supuestos secuestradores del caso Baldera, es la PN de miles de muertos de manera sumaria; en definitiva, esta es la Policía Nacional que sale por las calles de cualquier ciudad ha arrestar personas sin estar prevista de una orden judicial, sin estar acompañada de un representante del Ministerio Público.

Señor Presidente, detenga las acciones de una institución surgida para la protección ciudadana, que actúa como un ente de inseguridad y peligro público.

Nadie duda en la necesidad de desarrollar políticas firmes contra el crimen, pero eso no implica que las normas de convivencia sea dejadas de lado para dar paso a la actitud de un Jefe Policial que se ha caracterizado por acciones criminales, por resucitar el macuteo, dar de lado a los procedimientos judiciales establecidos a partir de la entrada en vigencia de la ley 76-02 o Código Procesal Penal.

Las actitudes ilegales y sangrientas de la PN llegan al colmo de que el magistrado Procurador General de la República dice que las redadas son ilegales, pero estas siguen y el ministerio público parece impotente frente a las mismas.

Presidente, su condición de abogado lo hace conocedor de los actos que violentan las normas que deben primar dentro de un Estado de Derecho, ver a un jefe policial actuando al margen de los procedimientos establecidos es suficiente, no solo la disponer su sustitución del cargo, sino para procesarlo por crímenes y otros tipos de acciones contra la sociedad.

La forma en que mataron a Ramos Morel y la ocurrencia de otros crímenes a manos de la PN, bajo la dirección del General Guzmán Fermín, en cualquier sociedad organizada conforme a derecho son más que suficientes para procesar penalmente a este oficial e inclusive, sus superiores se exponen a tener que responder civil y penalmente ante las acciones de un subalterno como Guzmán Fermín.

Tal y como usted señaló a la prensa, las sustituciones son facultades del Presidente de la República, pero en virtud de las reclamaciones por la seguridad y el buen funcionamiento de los estamentos públicos, porque en definitiva de lo que se trata es que cada individuo debe asegurarse dentro de un mundo sin protección.

Señor Presidente, dentro de mis derechos como ciudadano, es decir, como parte del conglomerado social, me permito sugerirle que proceda a la cancelación del Jefe de la PN, a fin de que la sangre de cientos de ciudadanos que está cubriéndolo a él, no termine arropando a su gestión en general.

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