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Diego el prevaricador

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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“En el principio solo era selva, lujuria de sol en la anatomía salvaje de la cordillera virgen. Sensualidad del agua sobre el inhabitado sexo de la tierra. Después la sangre llegó dando salto por las islas, y fue de la tarde a la mañana el día primero, primer día del hombre, semilla de sangre en el seno del espacio inhabitado… En el principio, el indígena y el agua tenían un mismo vocablo para nombrar la espuma. El sol preñaba los árboles frutales y el espíritu de los cemíes habitaba misterioso en la castidad silente de la piedra”. José Miguel Soto Jiménez (Areíto del cimú).

Poco ha que se había producido el chepazo del descubrimiento. Había muerto el profeta Mahoma y la religión que inspiró, amparada de la espada se había transformado en imperio tan poderoso que extendió sus dominios desde Europa central al norte de África y desde Persia hasta el Adriático.

El Otomano, arrebató al decadente imperio romano la antigua Bizancio, también llamada Constantinopla, y estableció Estambul, instituyéndola en cabecera de sus dominios. Ese hecho dio origen al descubrimiento de América, porque quitó a las potencias europeas una importante ruta de abastecimiento de especias desde Oriente.

Al dificultarse el viaje por el Estrecho del Bósforo, prendió la idea de experimentar otras rutas y uno de los proyectos más trabajosos, pero que a la vez reunió mayor apoyo, fue el de Cristóbal Colón. Atravesó el Atlántico y llegó a las tierras más hermosas que ojos humanos hubiesen podido avizorar, creyó que había llegado a la India.

Pronto se percataría se que se trataba de un error afortunado, porque aparecía oro por doquier, y tierras inmensas para producir lo que requería Europa.

Como socio de la empresa, es el primer mandamás, que regentea no sólo la Hispaniola, sino todas las posesiones de las que la corona española se va apoderando en las aguar bañadas por el mar de los caribes.

Pronto, sin embargo, tanto poder se le iría de las manos y se impone la percepción de que sus habilidades para la navegación, no eran idénticas para las labores del gobierno, por lo que sería destituido y en su lugar se nombra de manera provisoria a Francisco Bobadilla. El descubridor cae en desgracia y termina en un barco engrillado de regreso a la “madre patria” y pronto llega un político más apto: Nicolás de Ovando.

Ya Colón y Bobadilla habían repartido indios a sus compatriotas para el duro trabajo de las minas, y después para los ingenios azucareros. Ovando trajo más españoles, buscó más indios y se los dio, y cuando éstos se escasearon se dio paso a la contratación de esclavos.

Es Ovando el primero que tiene la idea de crear una clase gobernante, que fungiera como el sostén del desarrollo y la estabilidad de la principal colonia española. Sus repartos se orientan a ese propósito.

Pero Ovando también fracasaría y lo sustituye el inaugurador de la prevaricación en la isla, el hijo de Cristóbal Colón, Diego Colón. Los repartos de Diego se orientaron a favorecer el desarrollo de sus propios negocios y los de sus más allegados. Se desacreditó tanto que, como sus decisiones se tornaron sospechosas, la corona creó un tribunal de apelaciones, ante el que acudía cualquier español que se sintiera afectado por las determinaciones del gobernador.

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