El Cairo.- Con 15 años, Tatiana Orlova, una ucraniana que reside actualmente en Siria, se enamoró, como otras adolescentes soviéticas, del cantante español Raphael, y ahora ha decidido homenajearle con una exposición en Damasco.
La voz "única e increíble” de Raphael cautivó a Tatiana después de asistir en Kiev a la proyección de “Digan lo que digan” y la pasión que nació en 1971 terminó convirtiendo el repertorio del “ruiseñor de Linares” en la banda sonora de ella y de su familia.
“Raphael entró totalmente en mi familia”, dice a Efe Tatiana desde Damasco, y recuerda que con la canción “Somos” conoció a su actual marido, un sirio que estudió medicina en Kiev, y uno de sus hijos se despierta cada día con la melodía de “Escándalo".
Durante casi cuarenta años, Tatiana ha recopilado imágenes del cantante, sus discos y revistas rusas con reportajes sobre el artista español que, junto al material enviado por otros seguidores, componen la exposición que se organiza desde el 13 al 17 de junio en el Instituto Cervantes de la capital siria. Se trata además, según Tatiana, de que un país árabe homenajee al cantante, de 65 años, que celebra este año medio siglo de vida artística con un nuevo disco y una gira mundial que le ha llevado ya a Buenos Aires, Nueva York o Moscú.
La película “Digan lo que digan”, protagonizada por Raphael, fue un éxito de taquilla en la URSS y descubrió a sus jóvenes el estilo “maravilloso” del cantante español, según Tatiana, que recuerda el deseo compartido con sus amigas de comprar sus discos y “escuchar su voz casi todos los días".
“No sabíamos lo que decía, pero su imagen, su expresión…" relata Tatiana, que señala que, para muchos rusos, Raphael fue “un impulso” para acercarse a la lengua y la cultura españolas.
Su irrupción en la URSS hizo que los alumnos matriculados en español en la Universidad de Moscú aumentaran en un 60 por ciento, como reconoció esa institución académica con la concesión de un diploma a Raphael.
Desde entonces, el sueño de Tatiana ha sido viajar a España, pero admite que “en la URSS era difícil terminar trabajando en el extranjero” y solo se hizo realidad en 2006, cuando asistió en Madrid a un encuentro anual de la Asociación Raphaelista, que reúne a los seguidores del cantante andaluz repartidos por el mundo.