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Era de la Sociedad de la Información

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el día 17 de Mayo como “Día Mundial de la Sociedad de la Información”, y en su acápite 13 dice: “ha de celebrarse cada año a fin de contribuir a que se conozcan mejor las posibilidades que pueden brindar la Internet y otras tecnologías de la información y las comunicaciones a las sociedades y economías, así como las diferentes formas de reducir la brecha digital”. Desde mi opinión, a medida que las tecnologías de la información han avanzado en beneficio de la sociedad, a su vez han permitido que los seres humanos perdamos cada vez más la privacidad y la intimidad que tenemos como derecho.

Las personas se encuentran ahora bajo vigilancia en un grado sin precedentes. Antes se vigilaban determinados aspectos de determinadas personas; ahora se vigila todo tipo de aspectos de todo tipo de personas, y ello aumenta a medida que instituciones altamente especializadas, públicas y privadas, utilizan medios, cada vez más sofisticados para recopilar rutinariamente datos personales, que puedan conocer a todo momento el “perfil” de cada individuo, convirtiéndonos a todos en objeto de supervisión y sospecha.

Philip Zimmerman, creador del (PGP) Encryption Pretty Good Privacy, en uno de sus tantos artículos dijo: “Si la privacidad está fuera de la ley, sólo los que estén fuera de la ley tendrán privacidad”. Y es que la privacidad es un derecho como cualquier otro. Tienes que ejercerlo, o te arriesgas a perderlo.

Nuestra libertad está permanentemente bajo la alta vigilancia electrónica. Las actuales tecnologías informáticas han permitido aumentar, lo que muchos especialistas llaman nuestras huellas. Todas las actividades, conversaciones, preferencias y nuestros centros de interés dejan huellas en múltiples sistemas informáticos que generan o administran nuestra vida cotidiana. Es fácil observar que la inseguridad no es producida necesariamente por la falta de seguridad, la inseguridad es un problema sistémico e integral, más que un problema de falta de vigilancia, y dicho con otras palabras, “la inseguridad no es consecuencia de una falta de vigilancia, tal y como los estados modernos y contemporáneos argumentan, la inseguridad es consecuencia directa de la desigualdad económica, la miseria y la injusticia social, de la falta de igualdad educativa, la marginalidad territorial y racial, la criminalización de la inmigración”. Y entendemos que la solución no minar con cámaras de vigilancias en cada esquina de nuestras calles, o con la intervención de nuestros teléfonos fijos o celulares, pues esa no sería la solución adecuada.

El problema que comparte esta observación es que los ciudadanos perdemos parte de nuestra intimidad y a la vez se nos viola el derecho a la privacidad, y lo más preocupante es que en muchas ocasiones siquiera con autorización de las entidades competentes para autorizar este tipo de vigilancia. Podemos hacer mención del reciente caso de espionaje en Colombia, donde las altas instancias policiales grabaron de manera ilegal a políticos y periodistas y filtraron información sobre supuestas acciones criminales que paramilitares desmovilizados realizarían desde la cárcel. Aunque esto le costó el fin de la carrera al Jefe de la Policial de ese país y a la más alta instancia de la institución, ya el daño está hecho y este fue un duro golpe a la privacidad y derecho que posee todo ciudadano no sólo de Colombia, sino del mundo.

Pese a esto afectar nuestra sociedad en su conjunto, lo cierto es que no existen movimientos sociales que cuestionen la extensión de la vigilancia. Puede deberse, por una parte, a que el avance de la vigilancia informática se puede percibir como un avance social y, por otra, a que existe gran dificultad en concretar el problema, máximo cuando se tiende a ver como algo ajeno: “no me importa que me vigilen, yo no tengo nada que ocultar”, sin darnos cuenta de que lo que se está vulnerando no es sólo nuestra intimidad sino que estamos viendo amenazada por la vigilancia electrónica nuestra propia personalidad, entendida ésta como dignidad, libertad y responsabilidad humana. Las personas son cada vez más vigiladas y sus actividades documentadas y clasificadas, no sólo como actividad a posteriori (detener delincuentes), ni siquiera estrictamente a priori (prevenir la delincuencia), sino como medio de fortalecimiento del poder.

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