La presencia del historiador, investigador y escritor, Francisco Rodríguez De León, es ya habitual en los espacios de este multimedios, donde ha presentado algunos de sus libros y colaborado con análisis acerca de cuanto ocurre en la nación dominicana y sus alrededores.
Por lo tanto, el tema de la Barrick Gold en Cotuí y la situación haitiana, entre otros aspectos que conmueven la opinión pública actual, devienen argumentos sobre los cuales dialoga el especialista.
Para dominicanas y dominicanos han seguido los recursos de amparo y todo lo concerniente a las leyes de Medio Ambiente violentadas por la explotación de la minera en Pueblo Viejo, Cotuí. Rodríguez De León considera que este contrato resulta inaceptable:
“El pueblo dominicano debe oponerse a que esa minera se instale. Cualquier proyecto de este tipo y sobre este, que está a cielo abierto, tiene un impacto horroroso en el medio ambiente, va a contaminar las aguas, la vegetación, el aire, la atmosfera.
“Esta compañía, que es de origen canadiense, confronta una situación semejante en Costa Rica, con una mina llamada La Crucita de oro, que es pequeña comparada con la de nosotros. Estamos hablando de 8 mil onzas de oro, pero aquí, en territorio dominicano, se trata de 20 millones de onzas de oro y pueden ser hasta 30. “Hay cientos de millones de plata estimados, sin hablar del cobre y otros metales. La diferencia de aquel contrato que firmó el gobierno de Hipólito Mejía es que tenían que pagar un 25 por ciento del producto de sus ventas, en forma de impuestos. Este gobierno lo ha cambiado y le ha dado un contrato en el cual se estima que en 2011, ellos estarán vendiendo un millón de onzas de oro y al Estado dominicano le toca un 3.2 por ciento cuando ellos saquen sus inversiones.
“En definitiva, esto sólo va a lograr el enriquecimiento de unos pocos. Hay que ver a dónde van a parar esas ganancias y quiénes están detrás de todo esto, porque para nada se beneficia a la nación dominicana”.
– Tras el siniestro del pasado 12 de enero, ¿cómo considera usted el impacto de Haití en la República Dominicana?
“Me siento consternado, como tantos dominicanos, con esta tragedia de tan vasta dimensión. Lo que sucedió en Haití sólo es comparable con lo ocurrido en Japón, cuando estallaron las bombas de Hiroshima y Nagasaki, de acuerdo a los niveles que alcanzó la destrucción, las pérdidas de vidas y propiedades y lo repentino de la tragedia, más todos los daños colaterales, con la diferencia de la radioactividad.
“Pero, están, además, las consecuencias de las infecciones que Dios quiera no sean de proporciones terribles. No hablemos del dolor, de los huérfanos y de quienes han perdido a sus seres queridos, la devastación material, todo eso. Si antes había muchos problemas, ahora es peor”.
– Pero, la República Dominicana respondió de inmediato con toda la ayuda que posee y hasta con lo que no le es posible dadas sus condiciones…
“Sí, claro, ha sido así. Sólo que duele como condición humana, ver que en una parte de la isla acontece algo tan devastador, que una desdicha tal les golpeara de esa forma”.
Como es ya costumbre, el profesor Rodríguez De León, realiza un recorrido histórico en sus análisis:
“En 1700, Haití se convirtió en la colonia más rica del mundo, pero esto trajo como consecuencias la devastación ecológica de esa parte de la isla. A principios de 1950, el producto interno y el valor de sus bienes eran mayor que en la República Dominicana.
“Resultaba una mini potencia en el Caribe. Haití y Jamaica eran las que tenían el mayor turismo, con una base material tal, que si la clase gobernante hubiese tenido el deseo de desarrollar el país, hoy serían otra cosa”.
-Entonces, profesor, ¿cómo ve las consecuencias inmediatas y mediatas de la tragedia haitiana?
“Reconozco que deben ser los haitianos quienes levanten su país, aunque sabemos que allí no hay organización de Estado. Lo que demanda la situación, desde el punto de vista humano, en lo inmediato, es aliviar el padecimiento de la población haitiana, además de socorrer a las víctimas hay que asumir medidas económicas y esto implica una gran inversión económica.
“A partir de esta tragedia va haber un cambio radical; desafortunadamente, ha tenido que ocurrir una situación de tal magnitud para que la conciencia del mundo cambie al respecto.
“En la sociedad dominicana han existido dos políticas de Estado: una que propugna que no debíamos ayudar a Haití a alcanzar su viabilidad con una economía fuerte, porque eso no convenía por las confrontaciones históricas que ya conocemos.
“La otra opción es la llamada progresista que pretende que el Estado dominicano se involucre de manera decisiva en el desarrollo de Haití. Sería muy positivo para nosotros que hubiese empleos, y consecuentemente, menos obreros haitianos aquí. Los empleadores no podrían abusar con los indocumentados.
“Hoy en día la clase obrera dominicana no tiene salida porque hay un ejército de desempleados esperando una reserva, y los obreros de aquí tienen que emigrar. La culpa es de la política de Estado que se empezó con Balaguer y el partido Reformista”.
– Ahora mismo, ¿cuál es su visión dada las condiciones actuales que vive Haití?
“Por ahora lo que vamos a ver es una ocupación, como la que efectivamente está sucediendo por parte de Estados Unidos y otros países, incluyendo Brasil, luego una nueva colonización, que ya estaba con la presencia de las Naciones Unidas.
“El grave problema va hacer para este lado de la isla, porque no es verdad que no vaya a ocurrir una migración masiva, no hay forma de evitarlo. Al menos que haya una política de Estado diferente, sin corrupción en la frontera, o que en Haití se creen fuentes de trabajo.
“Hay que sacarnos de la cabeza que el haitiano viene a este país a invadir, ellos emigran por supervivencia, no tienen las condiciones económicas para ello, no cuentan con más opciones”.