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Moral-El arte de vivir

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Diálogo con el sacerdote Juan Luis Lorda.

6 de?

Néstor. Estoy en plena vejez y una de las verdades que bien conozco es que no soy el único sobre la tierra que hay otras necesidades, otras exigencias, además de las mías. Según entiendo mi conducta está afectada por llamada de mi naturaleza. ¿Estoy equivocado?

Lorda: comprendo, estas en lo cierto. Cuando envejecemos nuestra conducta se ve afectada por dos llamadas distintas de la naturaleza. Una que viene principalmente de dentro y otra que le llega principalmente de fuera. Como la moral es sólo el arte de vivir bien, el arte de tener una conducta digna del hombre, interesa que nos detengamos un poco en analizar estas dos voces de la naturaleza.

A) La primera es la llamada que le hace su propio ser. El ser humano nunca deja de ser un ser necesitado. No puede dejar de tener hambre o sed; por eso no puede dejar de apetecer la comida o la bebida, y no puede dejar de buscarlas en su entorno en relación a esas necesidades.

B) La segunda es la llamada que le dirigen las cosas que le rodean. En cuanto llega a conocerlas, se pone en su lugar y cae en la cuenta de que los demás seres también tienen necesidades y, en esa misma medida, derecho.
Se da cuenta de que él es un ser más entre los seres; de que no puede guiarse sólo por lo que le apetece o le conviene a él; las demás cosas le imponen obligaciones.

La primera llamada es de los bienes, de las cosas que necesitamos y que nos atraen. La segunda es la de los deberes, la de las exigencias que nos imponen los seres y las necesidades que nos rodean. Bienes y deberes son dos voces de la naturaleza que condicional en comportamiento del hombre.

Néstor ¿Cómo me llama la naturaleza de los bienes y los deberes?

Lorda. Como conozco tu inclinación por los sabios griegos, te presento una mínima pincelada de Aristóteles quien definió como bien aquello que es deseable por el hombre; aquello a lo que se siente inclinado, aquello que le apetece. Aristóteles definía en bien como “lo que todos apetecen o desean”.

El hombre sano, desea espontáneamente lo que le conviene: la comida, la bebida, etc. En principio, las cosas que deseas son bienes. Esos impulsos se refuerzan por la satisfacción que produce alcanzar los bienes (placer) o por el daño que produce el verse privado de ellos (dolor). Las sucesivas experiencias de placer y de dolor dan forma y educan el comportamiento instintivo.

Néstor ¿Cómo se puede conocer los bienes?

Lorda: El desarrollo de la inteligencia amplía enormemente la posibilidad de descubrir bienes, es decir, la posibilidad de descubrir cosas que convienen. El instinto busca localizadamente los bienes que garantizan la supervivencia, pero la inteligencia va mucho más allá. Enseguida se aprende a desear como bienes aquellas cosas que sirven para lograr los bienes primarios. Por ejemplo, el dinero no es comestible, pero proporcionar comestible; en su medida es un bien. Para descubrirlo hace falta un razonamiento elemental: Un animal es incapaz de captar la relación entre el dinero y la comida, por eso no desea el dinero, en cambio, el niño muy pronto es capaz de entender esa relación y empieza a querer el dinero como un bien, aunque no se lo pueda comer. Esa relación no la puede descubrir el instinto, la capta la inteligencia.

Continuaremos.

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