El doctor Julio Cury declaró que la sociedad debe exigirle cuentas al Fiscal del Distrito Nacional, a quien acusó de “exhibicionista” y de no haberse puesto nunca la toga para defender un solo caso de su jurisdicción y demostrar si está apto para ocupar ese cargo.
El jurista aseguró que Moscoso Segarra “estimula sordamente a auxiliares suyos para que con fines nauseabundos presenten acusaciones huérfanas de elementos probatorios”. Dijo que muchos de los expedientes que tienen ribetes públicos carecen de pruebas que permitan precisar la culpabilidad de los imputados.
Calificó también como lastimoso que fiscales adjuntos sean económicamente interesados para que “le construyen expedientes caricaturescos a personas inocentes, sustentándolos sin más pruebas que el testimonio de testigos de cartón, a quienes el mismo Ministerio Público instruye a declarar falsedades para atribuirle visos de seriedad a sus canalladas, tipificando de ese modo el delito de perjurio”.
Cury manifestó que el telón de fondo de esta campaña contra la Justicia, es la Suprema Corte de Justicia, contra la que se arroja lodo para sumarle críticos y justificar su desmembramiento a partir de la promulgación de la nueva Constitución.
Sostuvo que el saldo de eficiencia de los actuales jueces de instrucción del Distrito Nacional no es ni remotamente comparable con el de la fiscalía, de la que dijo que lejos de esmerarse en defender el interés colectivo, abusa de su autoridad para contraer “maridajes inmorales con querellantes y extorsionar a quienes les imputan temerariamente la comisión de hechos punibles”.
Aclaró que aunque los jueces de instrucción se han erigido en obstáculos, esos atropellos dejan siempre un sedimento de intranquilidad en el ánimo de los acusados y en el de sus familias. Y agregó que los magistrados Franny González y Rossana Vásquez, a quienes la Fiscalía solicitó investigar por haber variado medidas de coerción, son honorables, probos y competentes, lo que a juicio de Cury no es posible reconocerle a “esta pantomima de fiscal que nos gastamos, quien atraído por su morbosa afición a los flashes fotográficos y despliegues sensacionalistas, y hasta por vergonzosa genuflexión política, dispone presentar acusaciones sin carga probatoria, cuestionando el honor de gente inocente que felizmente ha empezado a deducir contra él las consecuencias legales que se derivan de su imperdonable abuso e irresponsabilidad”.