Reflexiones desde el Santo Cerro

Apenas han transcurrido unas horas de esos instantes en que personas de todas las clases sociales y formas de pensamientos se dieron cita en el Santo Cerro de La Vega, este 24 de septiembre, Día de la Patrona de la nación dominicana, la Virgen de Las Mercedes.

Durante el ascenso hacia la iglesia, en torno a la cual miles de personas conformaban una muralla humana imposible de franquear, las imágenes reproducían actos de fe y el desplazamiento de procesiones compactas, lideradas por los más ancianos de la comunidad.

En las paredes, el nombre del padre Fantino, a quien muchos siguen agradeciendo las obras sociales del lugar y la manera en que dedicó su vida a los más humildes. Nombres como este honran la certeza de que el Amor triunfa y perdura más allá de la muerte y que debían ser imitados por políticos y funcionarios públicos en la ayuda que deben otorgar a quienes les nombran sus representantes.

En el Santo Cerro podían divisarse, de un lado, la fe intrínseca del pueblo dominicano, esa que le acompaña a cada paso; porque, sin duda, le salva y fortalece el espíritu. Del otro, los negociantes, vendiendo sus productos, en general de contenido litúrgico: rosarios, velas, flores, imágenes religiosas, etc. Pero, un poco más allá, los aprovechados de estas multitudes, dispuestos a robar, agredir la integridad del prójimo y en casos reprobables, mostrar los defectos físicos de seres cercanos, a través de quienes obtienen las limosnas…

Mientras, monseñor Antonio Camilo González pronunciaba la misa de consagración y recordaba con razón la falta de valores que azota a la sociedad dominicana, entre ellos, y como nefasta expresión superior, la corrupción que abarca como flagelo contaminante a quienes dirigen el país.

En este día de adoración y expresión de fe, decenas de personas expresaron como primer deseo y anhelo, la necesidad de la paz y el amor, sobre todo, como dijo una anciana de ojos grises por los años, que se acabe la violencia en nuestras calles. Amén, así sea, repitieron a coro los feligreses que le acompañaban y con esas frases concluimos estas líneas.

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