El colega Pastor Batista, Pastorcito, quien siempre ha ejercido el periodismo con esa sencillez y profesionalidad que refleja la vida de las provincias orientales cubanas, específicamente, en la provincia de Las Tunas, publicó recientemente un artículo que vale comentar en este espacio, por esa razón que enseñaron los abuelos y que en el decir martiano significa honrar, porque así se honra.
Todo esto viene a cuento de la situación que tuvo lugar hace un año en Cuba, cuando las tempestades ciclónicas quebraron severamente unas 200 escuelas y entonces los hogares se convirtieron en humildes recintos docentes.
Pastorcito informa acerca de la “sensible acogida que tiene en el país una carta enviada desde el Ministerio de Educación, cuyo texto reconoce de manera especial a cada una de las familias cubanas que el pasado año convirtieron sus hogares en escuelas”.
El caso es que miles de niños y niñas continuaron la disciplinada “misión” de cada día recibir sus clases, tras el azote de los huracanes y unas 501 familias en el territorio tunero “liberaron” espacios dentro de sus viviendas y el curso escolar continuó su programa de estudios, a pesar de todo.
Según se informó, sólo en Las Tunas 436 centros docentes fueron perjudicados por Ike y Paloma. Fue en ese preciso instante que en las comunidades fueron transformadas las viviendas familiares en aulas.
Los informes reflejan que “hasta la fecha, Las Tunas ha podido resarcir perjuicios en el 93% de las instalaciones afectadas hace un año por los violentos meteoros”. Aún se trabaja en la reparación de los centros docentes, no sólo en Las Tunas, sino en muchas provincias del país. Pero, ningún menor ha dejado de recibir el imprescindible pan de la enseñanza.