Está a las puertas el "II Encuentro Ministerial de Comercio y Agronegocios entre México, Centroamérica y el Caribe", donde se reunirán los representantes de los ministerios de Agricultura de Centroamérica, México y países del Caribe en Costa Rica, además de empresarios en búsqueda de nuevos negocios.
Se mencionan las posibilidades de llevar a cabo “acciones conjuntas para potenciar el sector agropecuario”, y de esta manera se está poniendo el dedo sobre la llaga.
Precisamente, el Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe,José Graziano da Silva, en un artículo titulado “Mostrar las cartas”, se refiere a la perdurabilidad de los impactos de las crisis en los precios de los alimentos y reflexiona acerca de los 24 años que le costó a la América Latina “restablecer los indicadores sociales previos a la crisis de los años 80, y 12 años para aquellos relacionados al desempeño económico”.
Tal y como afirma Graziano da silva, entre los desafíos mayores, “el más urgente, el hambre, rige la rutina diaria de más de mil millones de personas en todo el planeta” y en este sentido, la producción agrícola ambientalmente sustentable, ocupa uno de los primeros peldaños.
Se trata de un círculo vicioso, donde lo uno conduce a lo otro. O sea, el fortalecimiento de la institucionalidad a nivel local e internacional, conlleva a la realización de acciones de adaptación al cambio climático y de mitigación de sus efectos, así como a crear mecanismos que permitan una reacción ante las crisis alimentarias.
En la República Dominicana se intentan posibles “adecuaciones” que mejoren la economía nacional y, precisamente, la FAO habla de “directrices” que sirven para todos los Gobiernos, sobre todo si se enarbola el propósito imprescindible de revertir el panorama y de buscar soluciones en la madre tierra y apoyar la agricultura en los países en desarrollo. Aunque está dicho para todos, incluyendo a las naciones más ricas, cuando se mencionan los términos de “enfrentar la especulación y la inestabilidad de los mercados financieros y sus efectos sobre la seguridad alimentaria”, toca a cada quien, sin ausencia de responsabilidad alguna.
Desde este pedazo de suelo, dominicanas y dominicanos ven pasar una cumbre tras otra, un gobierno tras otro y aunque se habla de
“erradicar el hambre antes del 2025 y garantizar la seguridad alimentaria…” sin ser escépticos, la realidad es que las estructuras y los recursos parecen no alcanzar a sus hogares, sus cultivos y necesidades cotidianas.
Es cierto lo que dice el Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, al poner a la luz todas las cartas: “Para combatir el hambre e invertir en la agricultura muchos países dependen hoy de la asistencia internacional”. Pero, lo cierto es que ni en el presente, ni en el futuro, ni con los de adentro, o con los de afuera, se acaba de ver esa pequeña luz al final de este largo túnel.
Veremos que aflora de este "II Encuentro Ministerial de Comercio y Agronegocios entre México, Centroamérica y el Caribe".