Cerrado, el atáud de Arturo Gatti tenía encima el domingo uno de sus cinturones de campeonato, un par de guantes de boxeo blancos y una corona enorme con su apodo, "Trueno", escrito en flores rojas.
Todas las paredes de la casa funeraria estaban cubiertas con arreglos florales y una fotografía del ex campeón canadiense de peso welter con una sonrisa ganadora.
Al día siguiente de que un diario brasileño informara que la autopsia no determinó con certeza la causa de la muerte del boxeador, los amigos, familiares y colegas de Gatti ofrecieron sus respetos al fallecido púgil y rechazaron la posibilidad de un suicidio.
"¿Por qué querría él suicidarse? Multimillionario, tenía todo para vivir, sobrinos, hermanos, hermanas, recién retirado", dijo el cuñado de Gatti, Rocco Crispoe, antes de entrar a la casa funeraria para el velatorio.
Gatti apareció muerto hace poco más de una semana en el departamento que rentaba con su esposa Amanda Rodrigues en una playa brasileña. Ella está detenida por la policía brasileña, acusada de estrangularlo con la correa de su bolso mientras dormía, borracho.
Aún no se han presentado cargos contra Rodrigues, que defiende su inocencia desde una prisión en Recife.
De acuerdo con la ley brasileña, la policía tiene hasta este miércoles para entregar el resultado de su investigación a los fiscales, que decidirán si se deben presentar cargos.
En el velatorio, el árbitro de boxeo Gerry Bolen, quien conoce a la familia de Gatti desde hace más de 30 años, dijo que era un hombre de buen corazón que siempre atendió a sus fanáticos.
Bolen dudó de un posible suicidio. "Es difícil para mí creer eso", dijo. "La verdad saldrá a la luz un día, saldrá pronto".
