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El mejor discurso: los hechos

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Los potentados que se convidan anualmente a debatir los problemas económicos mundiales, en el foro de Davos, en los alpes suizos, concurren este año a un cónclave nada parecido a los anteriores.

Lo primero es que una parte de los más destacados participantes brillaron por su ausencia: banqueros de los Estados Unidos y de Europa, a los que se les acabaron los trucos y sus imperios se desplomaron, como ocurrió con los señores de Lehman Brothers, y lo segundo es que el menú principesco se tornó más mundano. Cero caviar y cero champaña Dom Pérignon. Para los que de todas formas quieran bebidas espumosas, les reservaron opciones económicas, o vinos blancos servidos con quesos y jamón de York, lo que antes se daba al personal de apoyo a lo ejecutivos y funcionarios asistentes.

Aunque el foro nunca se identificó de ese modo, no era otra cosa que una feria mundial del lobismo. Grandes empresas y buscadores de oportunidades de todos los pelajes, adquirían las costosas inscripciones (sobre los cuarenta mil euros) para tener la oportunidad de codearse con jefes de Estado, primeros ministros e inversores de distintos confines.

Ahora han tenido que aperturar la participación a la distancia a través de la Internet, para darle mayor calor e interés a las conferencias, a las que se puede acudir cómodamente desde el hogar o la oficina, lo que da oportunidades a personas que no pueden costearse una participación directa.

La crisis le ha transferido a Foro Económico de Davos menos carácter de pasarela, y más de tribuna para el debate de muchos de los desafíos de la actualidad.

Pero el foro que a nosotros debe ocuparnos, es el que se abrió esta semana en el país, atendiendo a una convocatoria del Gobierno.

Yo lo apoyo, aunque no creo en cumbres, que son muchas las que se han levantado sin que se les haya dado seguimiento, y menos aún, cumplimiento a lo acordado.

Cada tiempo, sin embargo, es distinto y en la medida que la gente se torna más incrédula se hace más exigente y menos paciente para la burla.

Por más fallos que haya tenido en la ejecución de conciertos anteriores, el Gobierno sabe que no puede consentirse el lujo, de simular una agenda y agotar otra.

Es cierto que somos un país con potencialidad para sacar provecho de la crisis. Talvez las inversiones no fluyan al ritmo de los deseos y anuncios que se han formulado, pero es cierto que hay muchos dominicanos que tenían dinero depositados en dólares en el exterior, que ahora les resulta más seguro y rentable traer esos recursos a la República Dominicana.

Nuestro problema sigue siendo de competitividad, hemos avanzado mucho en las tramitaciones burocráticas, pero tenemos un bendito problema que le quita rentabilidad a cualquier proceso de industrialización: el componente de costo de la energía eléctrica.

Se han enunciado en muchas oportunidades las soluciones, pero en honor a la verdad esa no ha sido una prioridad de la administración Fernández, que ha sabido agenciarse recursos para proyectos muchos más costosos que los de varias plantas a carbón, pero lo que es en la instalación de un parque de generación más económico, lo único que se ha hecho son anuncios: que viene un cable submarino desde Colombia; que en tantos años estarán las plantas a carbón, para las que no se ha dado un picazo; que ahora no es con esa solución que se va a trabajar, sino con plantas de gas natural, que se trabajará en generación eólica, que se fortalecerá la generación hidroeléctrica, etc. en fin es que han pasado cinco años y nada, que no sea la subsidiación que es un barril sin fondo que deja el problema intacto. No son ni las comitivas viejas ni las nuevas, las que van a resolver ese problema, sino la voluntad política firme de procurar las inversiones que se necesitan.

En el sector agropecuario se ha tenido buena gestión, pero por igual ha faltado la concreción de los anuncios de financiamiento. Cada vez que el presidente ha tenido una comparecencia formal ante el país, ha hablado de alguna forma nueva de suplir recursos para el financiamiento de la agropecuaria, pero el problema de un sector que por sus altos riesgo no es sujeto de crédito, sigue como el primer guandul.

Los dominicanos no debemos ser tan dependientes de la suerte, necesitamos que las cosas se tomen en serio, que nos pautemos por alguna guía, porque el más dichoso un día puede amanecer sin fortuna.

Establezcamos objetivos concretos y aferrémonos a ellos, denunciando y rechazando a todo el que los viole.

Escuchemos, leamos y veamos todo lo que se dice, pero enseñémosles a los gobernantes, que el único discurso en el que creemos es en el de los hechos.

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