Redacción Internacional.- Alí Agca, el turco de extrema derecha que disparó contra el Papa Juan Pablo II en la plaza de San Pedro el 13 de mayo de 1981, salió hoy de la cárcel de Turquía en la que cumplía condena desde el año 2000 por el asesinato de un periodista.
Tras ser condenado a cadena perpetua en julio de 1981 por el intento de magnicidio y de ser perdonado por el Pontífice, en el año 2000 el entonces presidente italiano, Carlo Ciampi, le concedió el indulto y fue extraditado a Turquía para cumplir condena por delitos anteriores, entre ellos el asesinato del periodista turco de izquierdas, Abdi Ipekci, en 1979.
A tenor de los interrogatorios a los que fue sometido tras el intento de asesinato y las contradicciones en las que incurrió, para muchos investigadores es improbable que tuviera conocimiento de toda la trama que desembocó en el ataque del 13 de mayo de 1981.
Un diario polaco desveló, en marzo de 2009, que los servicios secretos de la extinta URSS en connivencia con agentes búlgaros, planearon la muerte del Pontífice según una investigación llevada a cabo por la CIA estadounidense.
Esta versión coincide con el informe elaborado por una comisión del Parlamento de Italia.
Karol Wojtyla, quien le visitó dos veces en prisión, siempre sostuvo que una mano -la de Alí Agca, le disparó y otra -la de la Virgen- desvió la bala y le salvó la vida.
Alí Agca, que el 13 de mayo del 2007 decidió abjurar de su fe musulmana y convertirse al catolicismo, escribió años después en una misiva su intención de buscar a una joven italiana que quisiera cartearse con él y que evidentemente, profesara la fe católica.
El día y mes de su conversión no fue una casualidad ya que coincide con la fecha en que atentó contra el Papa.
Obsesionado por la figura de Wojtyla, en el año 2008 desveló en una entrevista su intención de solicitar la nacionalidad polaca, ya que su deseo era el de pasar los últimos días de su vida en Polonia.
Su historia arranca en los suburbios de la provincia turca de Malatia, donde nació hace 51 años y donde para sobrevivir recogía restos de carbón, en las estaciones de trenes, que luego vendía.
Pronto entró en contacto con movimientos de la extrema derecha turca, entre ellos los llamados "Lobos Grises", vinculados al partido turco Movimiento Nacional.
En febrero de 1979, fue acusado del asesinato del periodista turco Abdi Ipekci, que al parecer había cometido por encargo de su partido y que después reconoció.
Sin embargo, el 23 de noviembre de ese año, y antes de que se dictara sentencia de muerte en rebeldía, se fugó de la cárcel de máxima seguridad de Kartal Maltepem, en Estambul.
A principios de julio de 1980 atravesó Bulgaria huyendo de la justicia turca con pasaporte falso y viajó por la antigua República Federal Alemana, Italia, Suiza, España y Túnez, para llegar finalmente a la plaza de San Pedro, en El Vaticano, donde el 13 de mayo de 1981 hirió de gravedad a Juan Pablo II, cuando se disponía a celebrar la audiencia general de los miércoles.
Fue detenido y, además del arma que utilizó, se halló en su bolsillo una nota escrita en turco que decía: "Yo, Agca, he matado al Papa para que el mundo sepa que hay miles de víctimas del imperialismo".
Ya cumpliendo condena en Turquía, el 12 de enero de 2006, salió en libertad condicional gracias a un controvertido indulto que generó gran polémica judicial en el país; una libertad efímera ya que el 20 de enero regresó a prisión después de que el Tribunal Supremo turco revocara su liberación.
El mismo día que salió de la cárcel, como ahora, se ofreció al mejor postor periodístico para contar por varios millones de dólares quién le encargó matar al Pontífice.
En su momento, durante el juicio, no tuvo reparos en afirmar que el Vaticano sabía lo ocurrido en la plaza de San Pedro, además de asegurar que él era Jesucristo y de anunciar el fin del mundo.