Los científicos piden ayuda política contra el alzhéimer

“El alzhéimer amenaza con aplastar materialmente a la civilización occidental”, advirtió hace cinco años el neurólogo Samuel Gandy, investigador del Hospital Monte Sinaí de Nueva York. Solo el tiempo dirá si su vaticinio es demasiado catastrofista, pero las cifras actuales ya asustan. Unas 800.000 personas en España viven con la enfermedad, según la Sociedad Española de Neurología, que alerta de que la mortalidad por alzhéimer y otras demencias se ha duplicado en los últimos 15 años, hasta llegar a los 35.000 fallecimientos.

Todo el mundo conoce el proceso. La enfermedad empieza lentamente. La persona afectada olvida cosas que acaban de ocurrir. A veces siente miedo, sufre depresión o tiene enfados sin motivo. Y acaba por no reconocer a sus propios hijos ni a su pareja. Incluso puede enamorarse de otra persona. El alzhéimer golpea dos veces: al enfermo y a su familia.

“Hace 10 años que no tenemos una alegría, no hay grandes descubrimientos en investigación”, lamenta la socióloga Cheles Cantabrana, presidenta de la Confederación Española de Alzhéimer, una organización con 83.000 socios que busca poner la enfermedad en la agenda política. La madre de Cantrabrana murió con alzhéimer. Después le tocó a su padre. “Hay que declarar la enfermedad una prioridad sociosanitaria”, reclama con motivo del Día Mundial del Alzhéimer, que se conmemora hoy.

«La sociedad debe ser consciente de que hay que apoyar la investigación. Y necesitamos financiación», opina la neurobióloga Isabel Fariñas

“El riesgo de que con el envejecimiento de la población tengamos más enfermedades neurodegenerativas es brutal”, alerta Jesús Ávila, uno de los organizadores del VI Congreso de Investigación e Innovación en Enfermedades Neurodegenerativas, que tiene lugar esta semana en Santiago de Compostela. “La medicina de precisión está funcionando muy bien en oncología y queremos que empiece a funcionar también en alzhéimer”, explica el bioquímico. Ahora mismo, no existe ningún tratamiento que detenga la enfermedad y ni siquiera se entienden bien sus bases genéticas y ambientales.

La patología es silenciosa. Una proteína denominada amiloide comienza a formar agrupaciones anormales entre las células del cerebro, incluso 20 años antes de que se presenten los síntomas. Otra proteína llamada tau genera ovillos dentro de las neuronas. Cuando aparecen los problemas de memoria, ya es tarde. “Necesitamos encontrar buenos marcadores [moléculas en sangre que anuncien la enfermedad] para poder reaccionar mucho antes”, sostiene Ávila.

El bioquímico recuerda el caso de la región colombiana de Antioquía, donde se encuentra el mayor número de personas afectadas por una forma precoz de alzhéimer. La causa, una extraña mutación en el cromosoma 14, afecta a unas 5.000 personas de 20 familias. Un equipo dirigido por el neurocientífico Francisco Lopera, de la Universidad de Antioquía, trabaja desde 2013 con 250 voluntarios que poseen la mutación pero todavía no han desarrollado la enfermedad.

Los investigadores quieren averiguar si el fármaco crenezumab, desarrollado por la biotecnológica californiana Genentech, logra frenar la aparición del alzhéimer. Los primeros resultados se conocerán en 2022.

El cerebro es un órgano de apenas kilo y medio, pero contiene 86.000 millones de neuronas, con billones de conexiones entre ellas. Trazar un mapa de esta red es esencial para entender el cerebro y sus enfermedades. En 2010, los Institutos Nacionales de la Salud de EE UU lanzaron el Proyecto Conectoma Humano, que sigue sin ofrecer grandes avances. “Para estudiar las conexiones cerebrales necesitas una capacidad informática brutal”, señala Ávila, también director científico del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Neurodegenerativas. «Y la inversión en investigación es muy mejorable», lamenta.

 “Muchas personas necesitan una solución ya, pero no la tendremos de la noche a la mañana. Y si existe la solución, solo puede llegar de la mano de la ciencia. La sociedad debe ser consciente de que hay que apoyar la investigación. Y necesitamos financiación”, opina la neurobióloga Isabel Fariñas. Su grupo en la Universidad de Valencia trabaja con células madre neurales, capaces de formar nuevas neuronas en un cerebro adulto. “Es una línea futurista: la reparación del cerebro desde dentro”, apunta desde el congreso de Santiago de Compostela, organizado también por la Fundación Reina Sofía y la Fundación CIEN.

La Sociedad Española de Neurología alerta de que el problema crece de manera exponencial. El alzhéimer afecta al 5% de la población mayor de 60 años, al 20% de los mayores de 80 y al 30% de las personas que superan los 90, según sus cifras. “Si la pirámide de población sigue invirtiéndose, va a llegar un momento en el que habrá pocos cuidadores para las personas con alzhéimer”, advierte Alberto Villarejo, neurólogo del Hospital 12 de Octubre de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Neurología.

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