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Meditabundo: El verdadero yo

LA VOZ DE LOS QUE NO LA TIENEN ||
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Don Néstor Julio González Díaz

Los actores del juicio Odebrecht-soborno, el señor juez, fiscales, abogados defensores y los trece acusados nos presentaron rostros, ademanes, análisis, escucha que nos recordaron al apóstol Pablo describiendo al hombre de su época. “Los hombres amadores de sí mismo, amigos del dinero, fanfarrones, soberbios, difamadores, difamadores de sus padres, ingratos, irreligiosos, desarmados, desleales, calumniadores, incontinentes, despiadados, enemigo de todo lo bueno, infatuados, arrojados, amigos del placer, más que amigos de Dios”.

Nos preguntamos. ¿Dónde está el verdadero yo del hombre? El hombre con su experiencia interna debe dominar los hábitos, comprender la verdadera diferencia entre el verdadero yo (el alma) y el cuerpo. La conciencia es la guía para que el alma ilumine la razón. El espíritu firme, consciente, comprende, ve todo claro. El que no está consciente de su yo, nada palpa.

No practica los buenos hábitos, completamente alejado de una vida sin valores. La energía viviente moral es lo esencial en la vida del ser humano. Si está consciente de su verdadero yo nada busca ni lamenta, ve a todos los demás en ecuanimidad.

El hombre en la senectud, su cuerpo ha pasado por distintos cambios. De la infancia a la adolescencia. Desde la adolescencia a la juventud y de la juventud a la madurez. Pero, no de cambiar el modo de ser, de actuar, esto lo concibo porque el verdadero yo es espiritual, nada de cambio.

El acto de corrupción es la mancha espiritual permanente, no desaparece con el tiempo y no hay limpieza. El magistrado es una ley hablada o que la ley es un magistrado mudo. La vida debe obedecer las órdenes de la suprema ley intemporal. El hombre tiene que comprender que la ley es una distinción entre los justo e injusto.

Este juicio es historia, de sumo interés de patria. El final sea la aplicación de la razón. Tratando igual a los iguales. Salvar el bienestar del Estado dominicano y la familia.

Hoy nos visita Leonardo Da Vinci. “Quien no castiga el mal, ordena que se haga. ¡Oh miseria humana a cuantas cosas te sometes por el dinero!”.

El autor es vecealmirante retirado de la Armada Dominicana

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